Me aferro a esas últimas palabras que mi cerebro alcanzó a recordar, esas palabras que vuelven a darme fuerzas, esperanza. "Lo hará por ti". Temo no solo por él, por Jungkook, temo por todo lo que deja atrás si no vuelve a respirar, temo por el ferviente dolor que dejaría en todos aquellos que le quieren, pero temo más por el dolor inmenso que dejaría en mí, las mil palabras que quisiera decirle, me dejaría viendo en el rostro de mi hijo al único hombre a quien he amado.
Me quedo inmóvil unos minutos hasta que un miembro humano toca mi mano y soy capaz de sentir el palpitar de mi corazón acelerándose porque mi cuerpo ya no responde a estímulos. Tomo una bocanada de aire y alzo la vista para contemplar a Taehyung mientras me lleva a la fuerza fuera de la sala. No me he dado cuenta que estoy hecha un desastre hasta que sus manos sostienen mi rostro entre sí mientras intenta regresarme al presente, al instante en el que él queda a centímetros de mi rostro intentando hacerme reaccionar.
—Joder, ______ —logro escucharlo por un nanosegundo y mis sentidos vuelven a colapsar para entrar en estado de trance. No soy capaz de articular sonido alguno y eso lo preocupa aún más. Sus reacciones faciales muestran ansiedad y preocupación.
— ______.
Las imágenes empiezan a hacerse borrosas. Mi cuerpo se entumece y el aire se siente como una densa capa de químicos que entran a mi organismo, contaminando y quemando todo a su paso. Los pulmones me arden, mi pecho duele y las articulaciones me dejan inmóvil, la voz no me sale, las lágrimas son inminentes y el corazón es palpitante y duele con cada latido. La sangre se me estanca en los dedos de los pies y deja de correr como normalmente lo hace. El oxígeno ya me es indiferente, ya no es la gravedad lo que me mantiene plegada a la tierra, es el dolor inmenso que me recorre de pies a cabeza. Es ese nombre tan bonito, esas doce letras que conforman el ser infinito que se cuela en mis poros hasta llegar a la célula más pequeña en mi organismo. Es él quien me mantiene aquí, es su hijo y el pesar que tiene su alma en mi existencia. Ya no puedo negar más este amor que le tengo y que le he tenido y le tendré hasta el fin de mi existencia. Incluso más allá. Es su voz tan cálida, sus ojos tan fervientes, sus labios sedientos y culminantes, el cabello atroz que brilla al par del sol, su piel caramelizada y agonizantemente suave, su aliento gélido y el sonar de sus notas aromáticas que suelta al caminar. Es su actitud tan resonante, su porte, la autoridad con la que domina al ser inquieto que cobra vida dentro de mí, su caminar, la sonrisa que se carga, el ardiente palpitar de su corazón, la delicia de sus caricias, su mirada agonizante y petrificante. Todo se resume en él, en Jeon Jungkook.
—Reacciona —me ordena una voz suave y bonita. —_______, no puedes estar así. No ahora. Estoy ensimismada en mis pensamientos, en el vacío interno en el que existo. No quiero siquiera hablar, ya no quiero respirar si no lo tengo a él como excusa para hacerlo, pero luego me viene a la mente la imagen de unos ojos azules con tonos grises alrededor de las pupilas. Recuerdo esa diminuta nariz que me despierta todas las mañanas, ese cantar tan bonito en las tardes, el peso ligero del cuerpo pequeño que llevo a la cama por las noches. Minsung. Él detiene mi trance, detiene a mi subconsciente y me regresa a la vida. No hablo, pero alzo la vista y camino dentro del hospital de nuevo, me limpio las lágrimas del rostro y me doy fuerzas internamente.
— ¡______!
El resonar de voces conocidas y desconocidas inunda las instalaciones. Camino sin siquiera pensarlo. No tengo dirección alguna, pero sé que estoy yendo a algún lugar, que quiero ver a Jungkook, quiero mirar su cuerpo, quiero y necesito saber que está bien.
—Señorita, no puede pasar. Es área restringida para personal autorizado —una enfermera me intercepta. Detiene mi andar y los pelos se me erizan. Quiero golpearla. —Me veré en la necesidad de llamar a seguridad si no se retira — ¿está amenazándome?
