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Con el maquillaje terminado, Kara reprimió un bostezo mientras Sylvia, la estilista del set, la rodeaba. Junto a ella estaba sentada Molly García, quien interpretaba a una pasante médica de segundo año que huyó de su apuesto y desquiciado hermano gemelo.

Kara, inquieta, se miró los dedos. Había sobrevivido cuatro horas con su madre y tenía las yemas de los dedos verdes para demostrarlo. Con un poco de suerte, podría mantener las manos en los bolsillos para sus próximas escenas porque el vlog de Eliza Danvers había sido más demoníaco que cualquier otra cosa.

Eran apenas las siete y se moría por el té humeante en su taza sobre la mesa a un metro de distancia. Pero eso requeriría moverse, y Sylvia era letal al sacudirle el cabello si se movía.

Ese té era el líquido de los dioses. Por supuesto, no podía confesarle a Lena exactamente cómo había adquirido su hábito. Ella frunció los labios ante el pensamiento.

–¡Sin cara de pato!– Jon, el maquillador, se inclinó y golpeó los nudillos de Kara con un lápiz de cejas, luego siguió escuchando la historia de Molly sobre un club nuevo y atractivo.

–Lo siento–. La mente de Kara divagó. Su primera escena la obligaba a caminar con un grupo de otros residentes mientras el Director de Cardio, el doctor Méndez, explicaba las condiciones de varios pacientes. Les haría preguntas a los residentes. Tenía que responder a una. Ella había estado practicando su línea.

«¿Podría haber algún problema con los cordones tendinosos, doctor?»

Tenía que ver con las válvulas cardíacas. Lo había buscado.

«¿Podría haber algún problema con los cordones tendinosos, doctor?»

«¿Podría haber ...»

–… Escuché que es una perra. Supongo que de ahí es de donde obtuvo el apodo.

Su cerebro de repente sintonizó la conversación de Molly. A menos que hubiera dos mujeres en el set apodadas «perra», era una apuesta segura a quién estaba insultando.

En el espejo, Kara atrapó a Jon ofreciendo uno de esos asentimientos neutrales que buscaban chismes más jugosos, en lugar de señalar un acuerdo.

Sylvia frunció el ceño. –Bueno, no creas todo lo que oye–, dijo. –La señorita Luthor es una profesional total. No es culpa suya lo que le hicieron a su personaje.

–Sin embargo, lástima nuestro equipo de redes sociales–. Jon agitó su lápiz de cejas. –Tierz y Luthor reciben mucho odio en el foro oficial de fans. Varios cientos de publicaciones, fácil.

–¿En una semana?– Preguntó Molly. –Santo cielo.

–Un día.

Los labios de Kara se apretaron, lo que le valió otra mirada penetrante de Jon. ¿Cómo afectaría eso a la cabeza de una persona? Podría explicar el mal humor de Lena.

–Casting perfecto, si me preguntas–. Molly sonrió. –Tiene cara de perra.

–¡Ella no la tiene!

Los ojos de todos se lanzaron para encontrarse con los de Kara en el espejo.

Jon resopló. –Y aquí estaba pensando que eras muda, cariño–. Le dio unos golpecitos en la mejilla. –Una hermosa muda, por supuesto.

Molly también miró a Kara. Tenía un rostro atractivo, un corte de pelo corto y piel aceitunada, y hacía el papel de una refugiada haitiana solitaria, asustada y solitaria. En realidad, no era ninguna de las anteriores, y especialmente le encantaba incluir el nombre de su novio en cada conversación.

I'ᴍ ɢᴏɪɴɢ ᴛᴏ ᴋɪss ʏᴏᴜ. I ᴍᴇᴀɴ ɪᴛ!/ SᴜᴘᴇʀCᴏʀᴘ / AUWhere stories live. Discover now