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Se terminó. El resto del elenco, incluida Kara, había terminado hace horas, y se reducía solo a Lena, haciendo algunas tomas de Tierz llegando al hospital. Las escenas formarían parte de un montaje de su época como jefa.

Afortunadamente, la herida falsa había desaparecido, por lo que ya no parecía que hubiera perdido una pelea con el Lexus de Méndez.

En su descanso, antes, había localizado a Finola, había sobrevivido a un abrazo cálido e inesperado y le había dado algunas botellas de Lagavulin de 16 años, el whisky de primera calidad que a su asistente le encantaba.

Lena colgó definitivamente la bata de Tierz en su remolque y lo estudió. Tanta emoción mezclada para un trozo de tela blanca. Casi había comenzado a gustarle Elizabeth Tierz al final. Casi.

Un golpe la sacó de sus sueños. –Está abierto.

La puerta se abrió. Una figura con una sudadera con capucha se apoyó contra el costado del remolque, sosteniendo una bolsa llena de deliciosos olores. –Hola dulce dama. ¿Necesita compañía?– La sonrisa de Kara era amplia mientras inclinaba su sudadera hacia atrás para mostrar su rostro.

–Línea espantosa–. Los labios de Lena se curvaron en los bordes. –¿Realmente aún no recuerdas el código de tu remolque? Seguramente alguien del equipo técnico podría ayudar.

–Sí, la recordé sin molestar a nadie. Pensé que deberías celebrar tu primera hora de libertad con alguien.

–Ah. Adelante.

Kara lo hizo, cerrando la puerta detrás de ella. Dejó la bolsa sobre la mesa y se quitó la sudadera para revelar una camiseta blanca ajustada.

–Pensé que te habías ido a casa hace horas como todos los demás–. Lena miró el reloj de pared. Pasadas las diez.

–Lo hice. Cené y volví–. Kara señaló sus bolsas. –Traigo ofrendas. Del tipo que las mujeres que protagonizan un exitoso programa de televisión no podrían comer. Pero no estás sujeta a las leyes de las actrices de televisión privadas de calorías en este momento–. Abrió la bolsa y olía a felicidad. –¿A menos que estés demasiado cansada?

Antes de que Lena pudiera responder, Kara continuó nerviosa mientras comenzaba a colocar la comida.

–Llevo semanas soñando con esto. Finalmente capaz de ponernos al día correctamente. Espero no exagerar al imponerme o a los carbohidratos sobre ti antes de que hayas recuperado el aliento–. Señaló con la mano a su entrega. –Es una Blastoff Burger de ese restaurante retro. Parecías disfrutarla mucho.

–Encantador. ¿Quieres un poco también?

–Estoy llena. Solo te haré compañía.

–Me gustaría eso–. Lena se sentó y probó la hamburguesa, que estaba tan deliciosa como hace varios meses. Masticando lentamente, se dio cuenta de que tenía una audiencia que la admiraba. Lena exageró su agradecimiento, agregando un suave mmm, observando la reacción de Kara.

Kara tragó saliva, miró hacia otro lado, luego se miró las manos y finalmente cambió de tema. –Entonces, confiesa: ¿Qué te llevas?

Lena se secó los labios con una servilleta de papel y protestó: –No tengo idea de qué ...

–Seguro lo haces. Es tradición: los actores siempre se llevan un recuerdo del set en su último día.

Inclinando la cabeza para indicar detrás de Kara, Lena dijo: –En el bolso.

Kara rebuscó en él y luego sacó una bata de Tierz limpia, completa con una etiqueta con su nombre. –¡Oooh! ¡No lo hiciste!

–Creo que lo hice.

I'ᴍ ɢᴏɪɴɢ ᴛᴏ ᴋɪss ʏᴏᴜ. I ᴍᴇᴀɴ ɪᴛ!/ SᴜᴘᴇʀCᴏʀᴘ / AUWhere stories live. Discover now