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–Mierda–, dijo Kara, cerrando la puerta del remolque detrás de ella en el lado de Lena. Caminaba de un lado a otro, moviendo y desenrollando las manos. –Oh Dios mío. Eso fue ... Oh. Dios. Mío.

–Cat tiene razón–. Lena dijo con suavidad, muy consciente de que si aumentaba más la tensión, Kara podría tener un colapso total. Tal como estaba, ya parecía tan frágil como huesos viejos.

–¡Sé que tiene razón! ¿Crees que no lo sé? Cristo. Eso fue una pesadilla–. Kara se pasó los dedos por el pelo.

Lena decidió que probablemente no era una buena idea señalar que se iba a llevar un disgusto con el estilista por eso. En lugar de eso, metió la mano en la nevera y sacó una botella de ginebra. –¿Quieres un poco?

–No.

–Podría ayudar a tu tensión.

–Dije que no–. La mandíbula de Kara se endureció y comenzó a pasear arriba y abajo del remolque. Era vertiginoso verla.

–Bien. Voy a tomar–. Lena tomó un vaso y se sirvió un doble, devolviendo la botella a la nevera. –Cat cree que sabemos lo que está pasando–. Ella tomó un sorbo. –¿Tú también?

Kara detuvo su acecho. –No lo estoy arruinando a propósito.

–Lo sé.

–Esto no es como en Choosing Hope, donde estoy siendo subversiva para sortear una trama tóxica. Esta es una buena trama. Quiero hacerlo bien. ¡Lo hago!– Kara se cruzó de brazos. –Quiero que esto termine lo antes posible. Porque a pesar de cómo se ve, realmente lo estoy intentando.

¿Lo hacía? Obviamente, estos no eran nervios normales. La actuación de Kara era tan rígida como el tronco de un árbol, cada escena peor que la anterior. Después de dos docenas de tomas, tenía que estar ocurriendo una especie de autosabotaje inconsciente. Lena colocó su vaso sobre la mesa, ajustándolo perfectamente al centro. Correcto. Es hora de dejar de bailar en torno a esto y llegar a la raíz de las cosas.

–Kara–, comenzó tratando de expresarlo con delicadeza, –parece que tienes dolor físico cuando me tocas. Estás tan tensa que ni siquiera te reconozco. Cuando te beso, te estremeces o te alejas. Y me tocas como si me hiciera añicos.

Esperó una respuesta y como no llegó, el acecho se reanudó. –Vamos, habla conmigo. ¿Qué está pasando?– Lena lo intentó de nuevo. –En tu cabeza, quiero decir. Podemos encontrar una manera de superar esto

–Improbable.

–Me dijiste que podías hacer esto. Me hiciste creerlo–. Lena la miró a los ojos. –¿Qué ha cambiado?

Kara hizo una pausa a medio paso. –Esto es ... más difícil de lo que pensaba.

–¿Qué lo es? ¿Qué parte?

Kara miró al techo y no respondió.

–Para mí, la desnudez es difícil–, admitió Lena, esperando que al dar un poco, pudiera obtener algo a cambio. –No me siento cómoda en absoluto con eso, no importa lo perfectamente que estén las sábanas. Realmente no quiero otros dos días de rodar en casi nada frente a extraños. Va en contra de mi agudo sentido de la modestia–. Ella sonrió. ¿Quizás el humor calmaría la creciente tensión? –Entonces, si eso es lo que te molesta, puedo identificarme.

–Lamento que te sientas incómoda. Pero mi problema no es la desnudez–, dijo Kara rotundamente. –Obviamente no, de lo contrario no me habría bañado desnuda en la fiesta de despedida de Quand Pleurent Les Clowns.

Buen punto. –¿Es que nunca antes has hecho una escena de sexo?– Lena realmente esperaba que no fuera así. Kara estaba interpretando a la Lujuria, por el amor de Dios. Si no lograba entender el papel en sí, tendría que irse. Lena agarró su vaso y trató de no pensar en lo malo que sería.

I'ᴍ ɢᴏɪɴɢ ᴛᴏ ᴋɪss ʏᴏᴜ. I ᴍᴇᴀɴ ɪᴛ!/ SᴜᴘᴇʀCᴏʀᴘ / AUWhere stories live. Discover now