II

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A pesar de que no habrá más torneos este año, el equipo de volleyball de Karasuno sigue practicando.

—El equipo de Dateko llegará en quince minutos —anuncia el profesor encargado del equipo, así que los chicos se colocan su uniforme deportivo.

—¿No tienes miedo, verdad, Asahi? —dice el más bajito del grupo a otro chico de pelo largo y algo de barba.

—No, por supuesto que no, Nishinoya —contesta el aludido con un leve temblor en la voz.

—¡Tan grande y tan miedoso! —exclama un chico de pelo platinado dándole un golpe en la espalda a su compañero mientras Nishinoya ríe.

—Ahora tu bloqueo podría competir con el de Dateko, ¿verdad, Tsukki? Eres tan bueno como ellos —dice otro chico pelinegro a un rubio de lentes, el más alto del lugar.

—Yamaguchi, no molestes —responde el chico.

—Lo siento, Tsukki.

—Sigues siendo tan desagradable, incluso con la persona que mejor te trata —le dice un chico rapado— deberías mejorar tu personalidad, Tsukishima.

—Sí, es cierto —corrobora Hinata, haciendo fruncir el ceño del rubio.

—Eso sería imposible —ríe Kageyama.

—Ja, el burro hablando de orejas —replica Tsukishima.

—¡¿A quién llamas burro?! —se exalta el pelinegro.

—Ya, silencio ustedes dos —dice Daichi acercándose a los chicos, quienes se lanzaron una última mirada de odio antes de darse la espalda.

El equipo de la otra escuela llegó a tiempo y comenzaron el partido amistoso.

Karasuno ganó el primer set, aunque por muy poco. Comenzó el segundo con Kageyama, Hinata, Tanaka, Ennoshita, Nishinoya y Tsukishima en la cancha.

En una de las jugadas, Kageyama ve el balón acercarse, pero siente un leve mareo y no logra golpearlo. Punto para Dateko. El pelinegro ignora esa sensación y continúa jugando, pero nuevamente siente que su cabeza lo traiciona y se detiene unos momentos, intentando detener ese malestar.

—¿Kageyama? —dice Hinata viendo que su compañero dejó de moverse derepente —¿estás bien?

El pelinegro asiente con la cabeza. Ya pasó el mareo, y sigue jugando con normalidad.

Pierden, luego ganan, luego ganan otra vez.

Al finalizar el cuarto set, Kageyama se ve muy cansado, mucho más de lo normal.

—Creo que el rey no puede aguantar el ritmo —se burla Tsukishima.

—Cállate, estoy bien —replica.

Claramente no está bien.

—¿Comiste adecuadamente? —le pregunta el entrenador Ukai— estos son síntomas de fatiga.

—Sí —responde Kageyama.

—De todas formas, ve a descansar un poco. No quiero que te desmayes en medio de la cancha —ordena Ukai, mirando levemente a Hinata.

Kageyama quería protestar, pero prefiere hacer caso. De todas formas, sí se siente muy cansado. Además, podrá ver el siguiente set desde otra perspectiva.

Al finalizar el último partido, los alumnos de Dateko se despiden y los de Karasuno ordenan todo, se cambian y salen todos juntos.

—Kageyama, no debes descuidar tu salud —dice Daichi.

—Quizás tienes un resfrío —dice Tanaka.

—Pero no tienes fiebre —comenta Sugawara tocando la frente del pelinegro.

—No se preocupen, ya me siento mejor —los tranquiliza Kageyama.

Pero Hinata lo mira con suspicacia.

Una Vez Más Where stories live. Discover now