XV

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El día siguiente amanece lluvioso. Kageyama va a la diálisis con mejor ánimo. Ve unos partidos de volleyball pensando que pronto podrá volver a la cancha.

Después de almuerzo, descansa un poco. Cuando despierta, se sorprende al no ver a Hinata. Mira su celular. Ya debería estar allí. Quizás la lluvia lo atrasó,

Pero las horas pasan y Hinata no llega. El pelinegro lo llama, pero tampoco le responde. Quizás se quedó entrenando. De todas formas, hace varias semanas que estaba faltando y ahora que Kageyama se pondría bien en cualquier momento, no era necesario que lo fuera a ver todos los días. Y el pelinaranjo necesitaría ponerse en forma para cuando él volviera.

Cerca de las nueve, la puerta se abre y Kageyama se incorpora ilusionado, esperando escuchar la estridente voz de su compañero, pero quien entra es su madre.

—Ah, hola mamá.

—Hola, hijo —responde ella. Tiene los ojos hinchados.

—¿Pasa algo? —pregunta Kageyama.

La mujer asiente con la cabeza antes de sentarse junto a su hijo y tomarle la mano.

—Tobio... tu amigo Hinata... él tuvo un accidente esta mañana.

—... ¿Qué?...

—Estaba en bicicleta y el camino estaba mojado, además estaba oscuro y... un auto no lo vio.

—No...

—Hijo... tu amigo... no logró...

—¿No logró qué? —exclama Kageyama cada vez más angustiado.

—Hinata falleció, hijo.

Una Vez Más Where stories live. Discover now