XXIII

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Narra Melissa

Después de que Andrés me propuso matrimonio, regresamos a nuestra habitación. El sol ya se estaba ocultando y las vistas eran muy lindas.
Nos quedamos un momento en el balcón de nuestra habitación para ver los últimos rayos del sol.

Mientras mi prometido miraba el paisaje, yo lo miraba a él. Seguía sin poder creer que aquel hombre que conocí en un kiosko, se iba a volver en mi futuro compañero de vida.

- ¿Tengo un moco o por qué me miras tanto preciosa?- Volteó su rostro haciendo que nuestros ojos se cruzaran. Su mirada penetrante siempre me hacía estremecer.

- Solo estaba viendo el rostro del hombre que me acompañará siempre.- Tomó mis mejillas y me dió un beso en la frente.

- Te amo preciosa.- Sin dejarme responder, besó mis labios lentamente, saboreándolos y dejándome casi sin poder respirar.

Posé mis manos en la parte trasera de su cuello acariciándolo y enredando mis dedos entre sus cabellos, él hizo lo mismo con mi pelo.

Aún siguiendo con nuestro beso, caminamos a la cama de la habitación; nos separamos por un momento para tomar un poco de aire.
En cuanto nos repusimos, me recostó sobre las sábanas y continuamos besándonos como si fuese el último beso que nos íbamos a dar.

No era un beso de deseo o de lujuria; se sentía el amor que ambos nos teníamos, nos complementábamos el uno al otro.

Repentinamente, dejó de besarme y bajó a mi cuello, besándolo, mordiéndolo levemente y lamiéndolo. Me dejaba llevar y esto me encantaba.

El ambiente comenzaba a calentarse, la tensión subía y únicamente se escuchaban respiraciones agitadas en la habitación.

Andrés, tomando la autoridad; metió una de sus manos por debajo de mi blusa, buscando uno de mis pechos y comenzó a acariciarlo, apretarlo, masajearlo mientras me seguía besando el cuello.

Se separó por un momento y se acercó a mi rostro. Lo miré desconcertada mientras que él acariciaba mi mejilla y colocaba un mechón de cabello detrás de mi oreja.

- Hoy no te voy a follar. Te haré el amor como si fuera la última vez.- Una sonrisa se formó en mi rostro y él me miraba con ternura; nuestros ojos se conectaron y miraba en los suyos el gran amor que me tiene, nunca me imaginé que un hombre como él llegase a querer a alguien como yo.

Se acercó a mi frente, dejó un tierno beso en ella y bajó por todo mi rostro dejándome más besos hasta llegar a mi boca.

Tomó mi blusa y la levantó, sacándola por mis brazos dejándome en sostén.
Colocó sus frías manos en mi espalda provocando que mi piel se erizara.

Buscaba con sus manos el broche del sujetador y comenzaba a bufar puesto que no lo encontraba. El gesto en su rostro me hizo reír y finalmente lo desabroché por la parte frontal.

- Que este no es como los normales cariño.- Rió negando con la cabeza y s la vez devorándose mis pechos con la mirada.

- Niña traviesa...- Puse mi mano sobre su nuca y lo jalé hacia mi para besar sus labios. Nuestras lenguas chocaban entre sí y lo unico que se escuchaba en la habitación era el sonido de nuestro beso.

Ayudé a quitarle su camiseta haciendo que quedase desnudo de la parte superior de su cuerpo, siempre me ha encantado observarlo; no estaba tan marcado como los típicos de instagram pero era perfecto para mí.

De un momento a otro, él me tomó y abrió mis piernas ligeramente, se lograba ver mi feminidad cubierta por mi ropa interior.

Lamió sus tres dedos de su mano izquierda y metió la mano a la falda, acercándose a mis labios y mi clítoris, acariciándolo y masajeandolo suavemente. Se me escapaban pequeños gemidos que apenas y se lograban escuchar, él me veía con ojos traviesos y una sonrisa de triunfo.

Tomó mis panties y las desplazó por mis piernas hasta retirarlas completamente. Lamió sus dedos que ya se encontraban un tanto húmedos y los introdujo dentro de mí haciendo que me saliera un gemido largo y alto. Movía sus dedos lentamente y con su lengua hacía lo suyo.

No miraba lo que el hacía puesto que no me quitó la falda pero con solo sentir era más que suficiente.

Coloqué mis piernas sobre sus hombros para mayor comodidad y él aumentó la velocidad de sus dedos al igual que de su lengua.

Cuando sentía que me venía, aceleró sus movimientos haciendo que mi primer orgasmo fuera intenso y totalmente placentero.

Relamió sus labios y sus dedos para después acercarse a mi rostro para besarme de una forma tan tierna que parecía que estuviésemos en una cita normal.

- ¿Estás lista preciosa?- Acarició mi labio inferior con su dedo pulgar.

- Hazme tuya Berlín.- Por su sonrisa entendí que le agradaba escuchar eso.

Regresamos a la posición anterior pero ahora coloqué sus piernas alrededor de su cintura, enredándolas y aferrándome a él.
Se acomodó en mi entrada y me miró a los ojos, su mirada se tornó más oscura y su sonrisa parecía de deseo.

Entró lentamente, comenzó a moverse primero tranquilamente y después fue subiendo la velocidad de sus caderas.

Estábamos tan metidos en lo nuestro que olvidamos lo mas importante; el condón.

Ambos gozamos los movimientos del otro como nunca, acariciaba mis piernas mientras se movía y eso me encantaba.

Se vino dentro de mi y por lo que vi en su rostro, recién se dio cuenta de lo sucedido.

- Melissa, olvidé la protección.- Se separó de mi y yo me senté en la cama, la angustia recorrió mi cuerpo en unos cuantos segundos, él parecía más nervioso que yo.

- Tranquilo cariño, mañana me tomo la pastilla ¿qué es lo peor que podría pasar?- Se volteó hacia mi y me abrazó, estábamos los dos desnudos, abrazados y sintiéndonos el uno al otro.
Los momentos bonitos deberían durar mucho más.

Nos quedamos dormidos por un buen rato.

Pasaron las horas y me despertó el timbre de mi celular, por un momento creí que era mi padre. No sé cómo no se le ocurrió llamarme, tanto me ha buscado y nunca me llamó, patético.

Revisé el número, era de Katherin.

Devolví la llamada y me contestó casi al instante.

- Melissa, te extraño mucho. ¿Dónde estás? ¿Ya te fuiste a España?- Escuchar su voz me hacía bien, sin duda era la mejor amiga que he tenido, igual que Verónica.

- ¡Hola Kath! Sigo en México, de hecho estoy en Veracruz y mañana tomaremos el avión a España a las 12 pm.- Acariciaba la espalda desnuda de Andrés, él seguía dormido y se veía tan tierno.

- Oh que bien.- Notaba algo raro en su voz pero no supe qué era.- Solo te llamaba para eso Meli, que tengas buen viaje.

No me dejó responder a esto último, simplemente colgó.

Ni siquiera imaginaba que esto era un complot por parte de mi padre.

- Listo señor Herrera, su hija se va mañana. Está en Veracruz y tomará el avión a las 12 pm.- Katherin sonrió maliciosamente mientras miraba a mi padre, quien sin contestar, igualmente le sonrió.

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Hola!! Hoy les traigo esta parte de mi historia, perdonen que no sea tan explícita en las escenas, traté que sea más romántico que lujurioso.

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Pienso en tu mirá [Berlín] [La casa de papel]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora