Capítulo 24. Alboroto

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Gerardo se pasó siendo el mensajero de Katú y creo que lo estoy odiando.

Sé que lo hace de propósito para verme reaccionar y la verdad es que está logrando su objetivo.

Me desespera en demasia ver como distrae a Iracema... bueno, la verdad que no se distrae, porque ell sólo ha recibido los papelitos y los guarda en su cartuchera con minucioso cuidado.

Hemos realizado el trabajo intercalando palabras muy cortas, yo le muestro la información, ella acepta o busca otra y termina escribiendo o dibujando.

En dos o tres ocasiones la corregí por el mal uso de algún signo, o mejor dicho, por no usar signos de puntuación en su redacción, cosa que se sucedía a una mirada de enojo.

Lastimosamente soy un poco insoportable con eso, o sea, escribo, es evidente que seré algo pesado.

Ella extiende la hoja que sí, se ve bastante ordenada y no le vamos a negar que tiene una gran presentación.

—¿Vas a darle una leída?—pregunta seria, yo afirmo y tomo el papel.

Comienzo a leer sobre el 4to hijo que es la marca de ella, el 5to que es mi marca y el 7mo que es la marca de ambos.

No encuentro nada que corregir, está bien redactado y los pocos errores que había visto ya están arreglados.

Levanto la vista para encontrarme con Ira leyendo los pedazos de papel, en un comienzo su rostro sólo refleja seriedad, pero al desdoblar el papel levanta rápidamente la vista, me mira y me lo pasa.

Mis neuronas tardan unos segundos en entender su reacción y porqué su piel está tan roja.

¡Mierda la esquela entre Yara y yo!

Tomo el papel y sé que ahora soy yo el que está colorado de la vergüenza.

No tengo ganas ni de mirar la esquela pero por la expresión de Ira termino viéndolo.

Pasé la descripción a Iracema y esta la tomó con cuidado, sin decirme más nada, agarró sus colores y comenzó a dibujar.

Miré el papel al fin, mi vergüenza incrementó al igual que mi incomodidad.

No puedo esperar al intercolegial. Será nuestra oportunidad... ya quiero probar a qué saben tus labios.

¡Mierda!

Siendo honesto mi ego está inflado, pero por otro lado, en serio no quería que Ira lea semejante declaración.

Sí, creo que ya no deberían fingir, porque es una pérdida de tiempo, creo que en el fondo quería coquetear con Iracema, es evidente que me atrae mucho, o al menos en estos días es lo que he sentido.

Ahora, no sé si vale la pena seguir, es decir, esta nota es más que clara de que estoy intentando algo con Yara... o al menos el coqueteo rozando lo inapropiado es evidente.

—Lo siento —Habla y eso me hace sentir peor.

—¿Por qué?—pregunto cortante, y malhumorado mientras guardo la nota en el bolsillo del chaleco de mi uniforme.

—Por leer la nota, debí fijarme si era de Katú antes de abrirla.

—No pasa nada...—mi voz sale fría, pero la verdad es que si me siento frustrado—.  Al fin y al cabo, sabias que me gusta Yara, y en esta nota no hay nada raro, sólo coqueteo de adolescentes.

Ella afirma y continúa con lo suyo.

La verdad es que quisiera decirle algo, pero nada tendría sentido. ¿Qué le diría?

El internado de La colmena [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora