Capítulo 27. Complicaciones

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Sentía la caricia de una mano suave sobre mi cabeza, y cada caricia me hacia fijar más aquella conversación que había captado

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Sentía la caricia de una mano suave sobre mi cabeza, y cada caricia me hacia fijar más aquella conversación que había captado.

De repente las voces tenían rostro, pero esos rostros no conseguían ser ubicados en mi mente.

Todo se me hacia algo lejano, como si estuviera girando sobre una plataforma, una rueda circular en la que tenía que correr, porque si ella se detenía, yo dejaba de existir.

De la nada escuchaba graznidos, rugidos, gruñidos, una guitarra haciendo una marcha, un arpa soltando melodías, alguna que otra maraka, todo junto de repente consiguiendo que me cause la sensación de estar en una carrera constante.

Como si todo eso fuera poco, mi corazón se agitaba, y los aromas en mi nariz se mezclaban entre lo ácido, lo dulce, lo fétido.

Mis manos se humedecen de algún liquido espeso, y mi cuerpo parecía estar en medio del desierto, sin embargo llegaba a sentir la brisa del mar, el placer de escribir y la desesperación de no saber xoml expresar lo que llevaba dentro.

—¿Cómo está?—Pregunta la voz de un hombre... creo, creo que es Orkias.

—Todos sus signos vitales están bien—Esa es la voz de mi madre—. Ya hable con Maitena y con mi hermana Elara, las tranquilicé tanto Josefina como Iracema están bien, sólo están bajo un sueño inducido, lastimosamente, mi poder no me permite intervenir con los poderes de los legendarios.

El silencio se hizo en la sala, y mi cuerpo sentía la tensión que había afuera... quería despertar y decirles que estaba bien, y ¡Por Dios! ¡Qué ganas tenia de decirles que los estoy escuchando!

—Me... me retiro entonces—Dice Orkias y siento una especie de dolor en sus palabras.

—No, no te vayas... —Mi madre habla esperanzada—. Por favor quédate, no quiero, no quiero...—hace un silencio y susurra, pero, con un demonio, mis oidos están tan sensibles que la escucho igual—. No quiero estar a solas con Mortel...

—¡¿Y eso?!— en la voz de Orkias había una mezcla entre el placer y sorpresa, y eso que intentó susurrar.

—Descubrí... algunas cosas, y le pedí el divorcio.

¡Puta madre! Ahora todo comienza a unirse en mi cabeza, todo comienza a tener sentido, la conversación anterior, los rostros encontraron el lugar y mi cabeza terminó de entender el contexto.

¡Mi padre es un desgraciado! Ahora comprendo porque tanto resentimiento hacia mi padre.

—No quiero decir que te lo advertí, varias veces, pero lo hice...—de nuevo un silencio—¿ Sabes con quién?

Esa pregunta sonaba más a una de precaución antes que una de curiosidad... evidentemente Orkias no solo sabe de que mi padre tuvo algo con Elsa, también sabe que es un mujeriego.

El internado de La colmena [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora