Capitulo 34- Rota

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Estaba destrozada, mi cuerpo y mente eran víctimas de ello. Cuando volví a casa no pude pegar el ojo. Literalmente lloré toda la noche, abracé mi almohada y el peluche de Helena, porque en ese momento era el único apoyo que tenía. Y la verdad era lo único que quería. No quería que nadie me viera así, tan estúpida.

Mi respiración se volvió una mierda y mi nariz no dejaba de vaciar su contenido con sus asquerosos fluidos. Cuando desperté, vi el despertador indicando la hora para ir al instituto, pero no quise mover los pies de su sitio. Quería quedarme todo el día en cama con mi corazón roto. Pero para eso tendría que decirle la razón a mi madre para querer quedarme en casa. Y no, no quiero que nadie lo sepa. No quiero que me tengan lástima e intenten consolarme, porque entonces eso solo me rompería más. Así que con la mayor de mis fuerzas me levanté y me vestí. No me esforcé, solo me coloqué un pantalón negro de algodón y una camiseta cualquiera. Me dejé el cabello como estaba y salí prácticamente arrastrándome de mi habitación.

No quise hablar con nadie, ni siquiera con mi mejor amigo. Me limité a decirle que necesitaba estar sola y me entendió, pero me aseguró que hablaríamos porque no le gustaba verme así. Cuando no tenía clases, me quedaba en la biblioteca comiendo libros a más no poder. Era la única forma de salir del mundo real y fingir que lo que pasaba a mi alrededor no existía.

No presté atención a ninguna clase, mi cabeza estaba perdida y desorientada. Llamé la atención de muchos de mis compañeros debido a mi estado, porque si, parecía un puto zombie. Pero por suerte en ese momento estaba tan hecha mierda que me importaba un carajo lo demás.

Me di cuenta que estaba cayendo en un estado de depresión que me alarmaba mucho. Me sentía muerta y lo único que me apetecía era llorar y comer. Por lo que fui a la máquina expendedora. Pero cuando busqué dinero en mi mochila no tenía una puta mierda por lo que me puse aún peor. Subí al último piso del instituto y me quedé en uno de los salones vacíos a la hora del almuerzo. Tony me escribió preguntando donde estaba pero no respondí.

Solo lloré y lloré.

¿Por que soy tan sensible?¿Por que me duele tanto?¿Por que no puedo sacármelo de la cabeza?

El sonido de la puerta abriéndose me alarmó y me limpie la cara lo más rápido posible. Aunque fue en vano porque ni con cien kilos de maquillaje ocultaría lo que mi rostro quería expresar.

-¿Estas bien?- me preguntó Ethan.

-Sí.- mentí.

Se sentó a mi lado en el suelo. Me miraba de reojo pero yo solo me fijaba en un punto.

-No lo estas.- negué con la cabeza. Era estúpido decir lo contrario- Ven aquí.

Sorprendentemente, abrió sus brazos para recibirme. Acomodé mi cabeza en el hueco de su cuello y él rodeó su brazo en mis hombros. Dejó suave caricias en mi cabello y seguí soltando todo el líquido que derramaban mis ojos. Pareciera que las lágrimas no querían terminar y eso me enojaba. Quería dejar de sufrir. Simplemente olvidarlo, pero es imposible.

-Lo que sea que te haya pasado...no vale la pena llorar- dijo con una voz sutil.

-Ojala fuera tan fácil.

-Lo sería si te dieras cuenta que no te mereces lo que te pasó. Deberías levantarte y demostrar lo fuerte que eres.

-Lo dices como si supieras lo que pasó- él me miró y limpió una de mis lágrimas.

-Con solo verte a los ojos, veo tu dolor.- suspira- y tu ahora mismo necesitas un hombro del cual sostenerte. Por eso estoy aquí.

-Gracias- dije sincera.

Tenebrise (+18) I COMPLETA IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora