Capítulo 6

3.2K 281 46
                                    


Cyara Ross

Me siento mal. Muy mal.

Me duele todo el cuerpo nada más abrir los ojos. Al menos Ricky no se encuentra a mi lado en la cama.

Me levanto con pesadez, evito mirarme al espejo porque ya me imagino como ha de estar mi cuerpo, y voy directa al baño para darme una ducha. No me toma demasiado tiempo, al salir decido vestirme lo más cómoda posible.

Al fin y al cabo, no iba a salir del hotel.

Zaid aún duerme, por lo que me doy el lujo de observarlo unos instantes antes de que alguien toque la puerta.

Ricky no estaba en casa, y si fuera él habría entrado sin necesidad de tocar... ¿A caso esperaba visita?

Camino hasta la puerta y abro tan solo un poco para ver de quien se trata.

El Magnate Vélez.

¿Y este que hacía aquí?

—Buenos días, Cyara. — dice sonriendo—. ¿Podemos hablar un momento?

—No, no podemos... — digo negando con la cabeza.

Mi esposo me había dejado muy claro el día de ayer que estas cosas no podían pasar... ¿Cómo iba yo a saber que el hombre de presentaría en la puerta de la habitación al día siguiente?

—Por favor, no te tomaré demasiado tiempo.

Es que no sé cuánto tiempo tardaría Ricky en volver...

—Señor Vélez, no sé qué hace aquí... Pero me gustaría pedirle amablemente que se vaya.

—¿Señor Vélez? — dice riendo—. Hace tan solo dos años estabas gimiendo mi nombre, no es necesario que ahora me trates con tanta formalidad.

Oh, mierda.

Él se acordaba de eso.

Mis mejillas estaban rojas de la vergüenza.

—Tu esposo tardará horas en volver, ángel. Tiene una plática de negocios con Zabdiel de Jesús. — dijo ladeando la cabeza.

¿Por qué él sabe donde está mi esposo y yo no, eh?

Tranquilamente podría estar mintiendo...

Ugh, a tomar por culo. Finalmente decido abrir la puerta y dejarlo entrar, cuando ya se encuentra dentro soy rápida en cerrar la puerta.

—¿Qué haces aquí? — pregunto, porque verdaderamente quería saber la respuesta a eso.

Él me mira, analizándome con la mirada y haciéndome sentir pequeña.

—La pregunta que importa ahora es, ¿Qué te ha pasado?

Ay, no...

Mierda, mierda, mierda...

Me olvidé de tapar las marcas de los golpes con maquillaje después de salir de la ducha. Si es que no puedo ser más tonta.

—Oh, me caí. — respondo encogiéndome de hombros.

Él no dice nada y avanza un par de pasos, yo imito su acción. Y cuando me doy cuenta de su intención ya es demasiado tarde.

Solo quería acercarme a la luz para comprobar los golpes, maravilloso.

—Eso no ha sido de una caída. — dijo estirando su brazo, mis ojos se cierran antes de que él llegue a tocarme—. Cyara, mírame.

Y lo hago, totalmente avergonzada.

Sus dedos pasan suavemente sobre mi piel y me es inevitable hacer una mueca dolorida.

—Deberías de ponerle pomada. — murmuró—. ¿Podrías sacarte la chaqueta?

No, definitivamente no.

Al menos no cuando sé que mis brazos se encuentran de la misma forma que mi rostro.

—No. — digo negando con la cabeza.

—¿Por qué, Cyara? — cuestiona—. Si mis sospechas son ciertas...

—Mira, no sé cuales son tus sospechas pero esto no tiene nada que ver contigo.

—Si tu esposo te golpea, pienso encargarme de él. — dice, sus ojos no dejan de mirar en ningún momento y creo que me voy a poner nerviosa—. No mereces que te traten así, Cyara, ni él ni nadie.

Es tan fácil decirlo...

—Por favor, detente. — digo en voz baja—. Ha sido suficiente.

—Divórciate, alejarte de él es la opción más sencilla. — dijo—. Si quieres puedo ayudarte en eso.

¿Y en qué cojones me vas a ayudar tú?

—No puedo. — confieso.

—¿Qué te lo impide?

Quién, mejor dicho.

—Él, mi padre, la sociedad... — susurro—. Voy a acabar peor de lo que ya estoy, voy a ser juzgada por todos... Mi padre ya me dijo bien claro que me olvidara de él si me separaba de Ricky.

—Tu padre es un hijo de puta. — murmura negando con la cabeza—. La sociedad siempre va a estar ahí para jodernos la vida, ángel.

—Es que no puedo...

—No guardes las alas solo por un par de gilipollas, alza vuelo. — aconseja con una débil sonrisa en los labios.

—Christopher, ¿te lo explico en japonés o qué? — digo soltando un suspiro—. Voy a estar completamente sola, criticada y sin saber que hacer... Porque con lo capullo que es lo veo capaz de quitarme a mi hijo, y sin Zaid no tengo ganas de vivir.

—¿Crees que te voy a dejar sola? — cuestiona alzando una ceja.

—No tendrías por qué ayudarme...

—Claro que si, Cyara, y tú sabes eso mejor que nadie.

Ni me lo recuerdes...

—Zabdiel le dirá a Ricky que está interesado en hacer negocios con él, vendréis a Estados Unidos pronto. Allí nos veremos y nos encargaremos de todo, ¿vale?

—¿Cuánto es pronto?

—Dos días como mucho.

Quiero llorar. Y mucho.

Christopher parece notarlo porque es rápido en envolver mi cuerpo con sus brazos y pegarme a él, intento no quejarme demasiado pero aún así me es inevitable.

—Ese hijo de puta... — sisea entre dientes.

—Chris, dijiste que Ricky tardaría un par de horas, ¿verdad? — pregunto bajito, él asiente mientras se separa unos centímetros para mirarme a la cara—. ¿Puedo pedirte un favor?

—El que quieras, ángel.

—Necesito una pastilla del día después. — digo bajito.

Su respiración se detiene por unos segundos pero no dice nada al respecto, se limita a asentir.

Magnate VélezWhere stories live. Discover now