Capítulo 21

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Christopher Vélez

Intentaba pasar el mayor tiempo posible con Cyara y con nuestro hijo, disfrutar de esos pequeños momentos a solas en donde hasta el silencio se volvía agradable.

Había hablado tres veces con mi abogado en lo que llevaba de día, no me iba a permitir entregarle las cosas a mi esposa porque según él "quedaría como el peor abogado de Estados Unidos". Sabía mejor que nadie que con librarme de ella era suficiente.

—¿Puedo preguntar que está manteniendo tu mente ocupada?— pregunta Cyara mientras pasa su dedo índice por mi pecho.

—Pensé que te habías quedado dormida.— confieso centrando mi mirada en ella.

Una sonrisa se dibuja en sus labios mientras niega con la cabeza.

—Sé que mañana por la mañana ya no estaremos juntos así que quiero aprovechar el tiempo ahora...

Un suspiro se escapa de mis labios al oírla decir eso, mi mano viaja hasta su rostro y acaricia su mejilla con delicadeza.

—¿Quieres que me quede?

—No, tienes que trabajar.— dice negando con la cabeza—. Aprovecharé para salir a pasear con Zaid.

—Podemos comer juntos o algo.— sugiero.

La simple idea de tener que pasarme todo el día sin verla me agobia, no podría esperar a la noche.

—¿Quieres que nos acerquemos a tu empresa?

—Paso yo a por vosotros.— respondí sonriente.

—No habría problema en que nosotros nos acerquemos, caminar un poco no me vendría mal...

¿Caminar?

Chasqueo mi lengua mientras niego con la cabeza, no voy a permitir que se desplace caminando a donde quiera que vaya.

—¿Sabes conducir?

—Si, pero...

—Perfecto, te dejaré mi coche estacionado en la entrada, puedo llamar a mi chofer para que pase por mi.

—No, no puedes, no es justo.

Una sonrisa cargada de diversión se instala en mis labios mientras enredo mi dedo en uno de los mechones de su cabello.

—Tengo varios coches en casa, no tienes que preocuparte por uno.— murmuré—. Ahora es tuyo, ángel.

Sus ojos se abren denotando sorpresa, me mira incrédula por unos instantes antes de negar con la cabeza. Pagaría por saber lo que ocurre en su mente siempre que se queda callada.

Cyara no tenía un punto medio, o hablaba mucho o estaba muy callada.

Prefería siempre la primera opción, a pesar de que también amaba sus silencios.

—Gracias.— susurró al cabo de unos segundos.

—¿Por un coche? No, bonita, no me tienes que agradecer en lo más mínimo por eso.

—No solo por eso.— dijo mirándome a los ojos, dudaba concentrarme en sus palabras si me miraba de tal forma—. Por todo lo que has hecho por mí desde que nos conocimos...

Siento una punzada de dolor en el estómago, solamente me empecé a preocupar por ella cuando nos volvimos a ver en Italia después de dos años.

Cuando nos conocimos no me importaba lo más mínimo. No era más que una chica guapa, con rostro bonito y cuerpo de infarto, una con la que simplemente quería echar un polvo a pesar de estar comprometido.

—Cyara... —pronuncio su nombre despacio, sintiendo como cada una de sus letras pesa en mis labios.

Antes de que pueda seguir hablando se rompe a llorar en mis brazos y yo no hago más que abrazarla, una de mis manos acaricia su cabello mientras siento sus lágrimas en mi piel. El corazón se me encogía en el pecho cada vez que lloraba.

—Si no fuera por ti... Yo jamás me hubiera atrevido a pedirle el divorcio por Zaid... Dejaría que hiciera conmigo lo que le viniera en gana como hasta ahora, de lo contrario solo iba a ser peor y...

—Sshh...— le mando callar, sus ojos verdes (ahora inundados de lágrimas) me miran antes de parpadear un par de veces para que sus lágrimas corran por sus mejillas.

Beso su frente mientras mis pulgares se dedican a limpiar las lágrimas en ella.

Me jode admitir que me estoy enamorando.

Y me jode todavía más darme cuenta de lo hijo de puta que estoy siendo, un estúpido hipócrita y egoísta. Ella ahora es libre después de los años que pasó al lado del otro gilipollas... Y yo no puedo pensar en otra cosa más que en tenerla para mi.

Mal. Muy mal.

—¿Chris...?— cuestiona al notar mi silencio.

—Lo siento tanto...— susurro acunando su rostro con mis manos, ya no hay lágrimas pero sus ojos siguen rojos e irritados.

Me mira confusa, y es que no se quiere dar cuenta de la situación que estamos a vivir.

Cyara tiene ese no sé qué que me encanta, el efecto que causa en mi es increíble... Ojalá pudiera abrir los ojos a la realidad.

No estaba sola. Y si me lo permitía, jamás lo estaría.

—¿Por qué lo sientes?— pregunta, aún confusa.

—Por esto.— y por todo lo que no me atrevo a decir con palabras.

Mis labios toman los suyos en un beso, ella no tarda en seguirlo, su dulce sabor se mezcla con mi boca y me hace delirar una vez más. Perdiéndome en ella y en sus besos.

Magnate VélezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora