Capítulo 24

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Cyara Ross

Las curiosas miradas de los trabajadores de la empresa de Chris hacen que me sienta incómoda mientras caminamos hasta la salida, al magnate no podrían importarle menos y Zaid incluso disfrutaba de ellas.

Siempre tan diferentes...

—Veo que supiste conducir con el coche.— murmuró burlón, yo opto por poner los ojos en blanco—. Creo que va siendo hora de que conozcas mi casa, ¿no?

No.

—No veo la necesidad.— murmuré por lo bajo.

—Cyara, quiero que conozcas la casa... Por favor.— dice ladeando su cabeza.

No es una buena, que alguien le haga entrar en razón de que no es una buena idea.

—Lo que menos quiero es que tu esposa...— la risa que se escapa de sus labios interrumpe mis palabras—. ¿De que te ríes?

—¿Es ella quien te preocupa?

Me encojo de hombros, no quería ocasionarle problemas con ella. No era quien de meterme en sus asuntos personales.

—Ella no duerme en casa desde que le pedí el divorcio, probablemente no seamos nada en un par de días.

—Tampoco quiero invadir tu privacidad.

—No tengo privacidad cuando se trata de ti.— susurra antes de besar mi frente—. ¿Has terminado o todavía tienes más excusas?

—He terminado.— respondo tras unos breves segundos de silencio.

Una sonrisa se instala en sus labios mientras asiente. Christopher era ese tipo de persona que no aceptaba un no como respuesta por la única razón de que estaba acostumbrado a que todos siguieran sus órdenes al pie de la letra. Ser magnate era un gran punto a favor.

—Iré con mi auto, quiero que me sigas con el tuyo.— dijo guiñándome un ojo.

Ja, como si realmente fuera mío... Ambos son tuyos.

Estoy empezando a detestar que sea asquerosamente rico.

No me deja quejarme porque tras besas las mejillas de Zaid se encamina hasta el audi gris que está estacionado no demasiado lejos de la entrada, no soy experta en coches pero juraría que es el modelo que salió a la venta hace tan solo un par de semanas.

Insisto, asquerosamente rico.

No me aprendo el camino hasta su casa, por lo visto es una zona bastante alejada y lo suficientemente privada. Christopher se encarga de acelerar en la autopista y yo, por supuesto, no me quedo atrás.

Al llegar me es inevitable quedarme con la boca abierta, Zaid imita mi acción.

—¿Enamorada, ángel? — pregunta divertido mientras se encarga de cerrar la puerta de su coche,  sonríe de esa forma tan seductora, mostrando sus perfectos dientes blancos, y me mira buscando mis palabras.

Si, enamorada.

Pero no de lo que él pregunta.

Enamorada de Christopher Vélez.

—Veo que he dejado a alguien sin palabras.— dice soltando una risa, Zaid le extiende sus brazos y él no duda en cargarlo—. Por dentro es incluso más increíble, vamos.

—Tienes una jodida piscina.— murmuro cuando mi mirada viaja por el gran terreno alrededor de la casa.

—Dos, en realidad.— me corrige—. Dentro de casa tenemos piscina climatizada.

—Tienes.— lo corrijo.

Rueda los ojos como si para él ese no fuera un fallo y me deja entrar antes que él.

La decoración es un caso aparte, está todo más perfecto de lo que jamás me imaginaría, sin duda alguna estaba superando mis expectativas.

—¿Te agrada el ambiente?

—Es una fantasía.— respondo sin siquiera dudarlo.

Un par de señoras se asoman por la puerta de lo que suponía que era la cocina, ambas sonríen al darse cuenta de que Christopher no se encuentra solo.

—Ellas son Clarisa y Celia, parte del servicio.— dice sonriente.

—Un gusto, soy Cyara.— digo en su dirección.

—El gusto es nuestro, señorita.— responde una de ellas.

—El señor Vélez nos ha hablado mucho de ti.— dice la otra antes de soltar una pequeña risa.

—¡Clarisa, ahora no!— se queja el recién nombrado, al volver mi mirada a él lo encuentro con las mejillas sonrojadas.

Definitivamente, mi imagen favorita del magnate.

Las dos chicas se ríen mientras ingresan una vez más a la cocina, Chris se mira avergonzado pero no dice nada al respecto.

—Ven, te enseñaré el piso de arriba.— murmuró señalando con la mirada las escaleras.

Se encargó de darme una gira al completo por la mansión, Zaid se quedó entretenido en la habitación que Christopher tenía preparada para él y nosotros desde el pasillo lo observábamos.

—Se ve adorable.— dijo al verlo jugar con un peluche de Spiderman.

—Lo es.— confirmé—. ¿Desde cuando tienes esta habitación y todo lo que hay en ella?

—Desde que me enteré que era padre.

La sensación llamada amor vuelve a resurgir en mi pecho ante sus palabras. No quería asumir la realidad, tal vez no era perfecto pero era un gran padre.

—Eres un padre increíble.— susurro.

Él me mira, sus ojitos están llenos de emoción.

—¿De verdad lo crees?

—No lo creo, está a la vista que lo eres.— respondo sonriente, me inclino para besar su mejilla pero él aprovecha para juntar nuestras bocas.

No sé por cuento tiempo permanecemos así, solamente besándonos, simples besos que no llevan a algo más. Besos castos, de verdad, con sentimiento... No solo eran roces de nuestros labios, eran verdaderos besos cargados de amor.

Sus manos acarician mis mejillas y bajas hasta que se adueñan de mis caderas, me pega a su cuerpo al tiempo que siento su respiración mezclarse con la mía.

—Soy un jodido egoísta, necesito que lo sepas.— dice rozando su nariz con la mía—. Porque hice todo lo posible para liberarte de ese hijo de puta... Y ahora que por fin eres libre quiero atarte a mi. Me gustaría verte todas las mañanas al despertar y también todas las noches al dormir, quisiera ser yo él único que pudiera besar tus labios y acariciar tu cuerpo, quiero ser el padre de Zaid pero también quiero ser tu hombre.

Mis pulmones se olvidan por completo de que su función en el cuerpo humano es hacer que el oxígeno llegue a ellos y respirar.

¿Todo lo que acaba de mencionar sería atarme a él?

Porque si la respuesta es afirmativa estoy segura de que no me importaría atarme a él de por vida.

Magnate VélezWhere stories live. Discover now