Capítulo 22

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Cyara Ross

Doy vueltas en la cama, mi cuerpo se encuentra solo entre las frías sábanas blancas. Al abrir los ojos la luz que entra por la ventana me hace volver a cerrarlos.

—Jodida mierda.— maldigo por lo bajo mientras me levanto de la cama al mismo tiempo que paso mis manos por mis ojos.

Miro el reloj antes de entrar al cuarto de baño a darme una ducha, eran pasadas las nueve de la mañana así que Christopher ya se había ido hace bastante tiempo.

El agua fría cae en mi cuerpo ayudándome a despejarme, las neuronas parece que comienzan a funcionar por primera vez en los diez minutos que llevo despierta. Tras diez minutos que se me hacen eternos salgo con una toalla blanca alrededor del cuerpo, busco en el armario ropa sencilla y termino decidiéndome por un pantalón de color negro, camisa blanca y chaqueta del mismo color que el pantalón. Mis pies llevan unas sandalias plateadas que eran lo suficientemente cómodas como para caminar.

—Buenos días.— saludé a Zaid mientras besaba sus mejillas—. Vamos a desayunar antes de ir a dar una vuelta.

Mientras me encargo de alimentar a mi hijo mi mirada va hacia el mueble que está cerca de la entrada y veo con claridad como las llaves del coche de Christopher permanecían allí.

—No puede ser...— murmuro negando con la cabeza—. Tu papá es un terco.

Zaid asiente con la cabeza, como si realmente supiera lo que significa esa palabra y estuviera de acuerdo conmigo.

Dejo escapar un suspiro de mis labios mientras por mi mente se pasan varias escenas de lo que me gustaría hacer a lo largo del día. No me tardo demasiado en empezar a ponerlo en marcha, a pesar de estar indecisa sobre usar el coche de Christopher termino haciéndolo.

Era una flipada.

Nunca fui demasiado fan de conducir, al fin y al cabo no era algo que me dejaran hacer a diario, pero conducir ese coche estaba empezando a gustarme más de lo que tal vez debería.

Estaciono de la mejor manera posible para después cargar a Zaid en brazos e ir a pasear por el paseo marítimo.

—Que bonito es el mar, ¿verdad?— le pregunto mientras señalo las grandes olas con mi dedo índice—. Anda, dime que si.

Él asiente.

—Repite conmigo... Si.— dije lentamente antes de volver a repetirlo—. Si.

Ci.

Una sonrisa se formó de inmediato en mis labios, podría conformarme con eso, no le iba a exigir un alto nivel en su lenguaje.

El tiempo se pasó demasiado rápido para mi gusto, hacía bastante tiempo que no disfrutaba tanto de salir al exterior. Según Ricky, las mujeres debían de quedarse en casa.

En fin, sus mierdas machistas.

Si por mi fuera pasaría el menor tiempo posible en casa, sentirse libre también a era una forma de sentirse viva.

—Bebé, hemos quedado de ir a comer con papá... — susurro acariciando las mejillas de Zaid—. A estas horas debe de estar en su empresa así que...

Dejo la frase en el aire, suponiendo que así debía de ser, tal vez tenía una reunión con otros socios o yo que sé, simplemente cuestiones de su vida privada que no me pertenecía saberlas.

Desde el exterior, el edificio de su empresa se ve muy alto dejando a la vista el gran poder que tenían allí. Zaid parece querer bajarse de mis brazos pero no se lo permito.

—Buenos días, señorita.— saluda una joven nada más percatarse de mi presencia—. ¿Necesita usted algo?

—Eh... Me gustaría hablar con el señor Vélez.

—Lo lamento, el señor Vélez se encuentra en estos momentos en una reunión con dos socios... Puede esperar pero no se lo recomiendo, no le gusta la compañía en su empresa.

—Esperaré.— murmuré dando un leve asentimiento.

Tal vez no era la mejor idea, por supuesto.

"No le gusta la compañía en su empresa."

Tal vez por eso no quería ayer que viniera y por lo tanto insistió en pasar a buscarme.

Dejo que las ideas se esfumen de mi mente en el momento que Zaid se queja mientras se remueve en mis brazos.

—Ahora no, Zaid...— murmuré mirando alrededor—. No podemos molestar.

Sus labios formaron un puchero mientras que sus ojos comenzaban a humedecerse.

Ay no.

No es momento para llorar.

—Pequeño manipulador.— susurro mientras dejo que sus pequeños pies toquen el suelo.

Lo veo caminar sin ninguna dificultad, a pesar de que los pasos sean pequeños y no avance demasiado con ellos, al alzar la mirada después de estar mirándolo a él únicamente me doy cuenta de que las puertas del ascensor están abiertas y tres personas se quedaron a tan solo pasos fuera de este.

Christopher, Zabdiel y Ricky.

Zaid es rápido en caminar hacia allí, y a pesar de que mi cerebro le manda la orden a mis pies de moverse estes no reaccionan, me quedo estática en mi lugar.

Christopher no tarda en cargarlo en brazos mientras que su mirada conecta con la mía, lo miro por escasos segundos ya que sin poder evitarlo miro a Ricky.

Eran socios.

Algo no estaba cuadrando aquí... Me gustaría no pensar en lo que estoy pensando porque la decepción que invade mi cuerpo duele cada segundo más.

La historia de amor tan bonita que había estado escribiendo durante estos días acababa de poner punto final. No más cuentos de hadas, no más príncipes azules, solo desilusión.

Magnate VélezOn viuen les histories. Descobreix ara