028: Jun

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Quién lo diría, que se podía  encontrar el amor gracias a su gato que le encanta colarse en casas ajenas.

Jun era un chico joven y soltero, vivía en un departamento pequeño cerca de la ciudad de Seul, específicamente en un vecindario que quedaba a pocos minutos de su trabajo. Jun trabajaba como mesero en un restaurante de comida china, había elegido ese empleo porque extrañaba todo lo relacionado con su hogar pero también porque era un trabajo que le dejaba buenas finanzas y podía pagar renta además de darse otros lujos que lo hacían sentir cómodo. Su vida era normal, a sus veinticuatro años ya había conseguido muchas cosas como independizarse o graduarse con una carrera universitaria, es solo que al final del día había odiado por completo el trabajo que había elegido como carrera así que terminó siendo mesero, pero no era algo de lo que se arrepentía.

Vivía solo con un gato y un pájaro como mascotas, el gato se llamaba Wisconsin y el pájaro aún no tenía un nombre fijo porque hace poco que había llegado a su departamento. Al estar en un vecindario era muy obvio que tenía vecinos, Jun no los conocía a todos porque no tenía el tiempo suficiente como para tocar sus puertas y conocerse, bueno, solo en ocasiones "especiales", él simplemente conocía a la anciana que vivía enfrente de su departamento, una anciana que era aficionada a las costuras,  y a una joven de su edad que se hospedaba a un lado de su humilde morada, a esa chica no la conocía del todo, solo una vez se había topado con ella en la salida pero no hicieron más que saludarse con una reverencia, Jun llevaba prisa esa vez así que no mantuvieron más conversación.

Al resto de vecinos no los conocía, pero sabía de sus existencias. Más que nada porque ese vecindario era conocido por permitir hospedarse con una o dos mascotas. Todos sus vecinos tenían un animal en casa como él, solo por eso conocía de sus existencias y por cierto infiltrado. Y solo de vez en cuando alimentaba al gato de la vecina de a lado.

Era divertido vivir ahí, pero como siempre, los problemas no faltaban.

—Wisconsin ¿puedes dejar al pájaro en paz? —Gritó Jun desde la cocina observando de reojo como el gato intentaba abrir la jaula del ave. Sin embargo, el gato pareció no escuchar las palabras del joven y continuó con su misión de abrir la jaula y capturar al pájaro para después cometer un acto malvado.

Jun suspiró dejando sus tostadas en el plato y tomo un pequeño trapo con manchas negras y patitas de gatos como adorno para amenazar a Wisconsin.

—No puedes comerte a tu hermano, Wisconsin. Eso no está bien... ahora son familia, no comida. —Dijo el chico sintiéndose cansado por todas las maldades del animal.

Wisconsin obedeció cuando vio el trapo en las manos del chico, cuando veía aquel objeto sabía que en culquier momento le llegarían un par de golpes en el trasero así que no podía seguir viviendo la vida loca. El gato se bajó de su cama que colgaba del techo con forma de espiral y caminó ronroneando buscando que Jun perdonará sus travesuras. Cuando llegó a dónde él se frotó contra las piernas del chico, Jun se sintió conmocionado así que decidió perdonarlo.

—Esta bien, te perdono. Pero recuerda que no puedes comerte a...

¿Cómo podría llamarse el pájaro? Jun no era tan bueno para los nombres, recuerda que con muchos esfuerzos pudo llamar Wisconsin al gato y ahora que había llegado otro miembro a su pequeña familia regresaba el estrés de no saber que nombre darle.

Tal vez algo relacionado a Wisconsin y Junhui, después de todo, el pájaro podría ser una mezcla de ambos porque eran familia, pero ciertamente no sabía cómo llamarlo.

—¿Junsin? ¿Winhui? ¿Siun? Ah... ¿Tienes alguna idea Wisconsin? —Jun miró a su gato acariciando la cabeza del felino. El gato ronroneó en respuesta. —Claro, lo siento. Olvide que no hablas.

𝘼𝙏𝙏𝘼𝐂𝐂𝐀: 𝙎𝙀𝙑𝘌𝘕𝙏𝙀𝘌𝘕 𝘐𝘔𝘈𝙂𝙄𝘕𝘈𝘚 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora