CAPÍTULO 20

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Capítulo 20

La llegada de Vladimir a Rusia formó un revuelo, pues las revistas amarillistas lo tenían en la mira, miles de papeles y documentos que firmar lo esperaban en la empresa, además de que su familia y conocidos se habían enterado, a través de las revistas, del romance que mantenía con Irina. Al momento de su auto salir del aeropuerto, en la entrada del lugar se encontraba una multitud de fotógrafos que de inmediato forraron el auto con cámaras y micrófonos en mano en busca de alguna exclusiva, las preguntas de los reporteros variaban y algunas que otras eran subidas de tono, en referencia a sus citas en restaurantes con Irina.

Luego de lo que le pareció una eternidad a Vladimir, el auto pudo salir de la multitud con ayuda de los guardias de seguridad del aeropuerto.

Boris no se tomó un descanso y su primer trabajo al pisar su país natal fue tomar el auto que los estaba esperando, y llevar a Vladimir directo hacia la empresa, quién tampoco descansaría luego del viaje, pues solo hizo pisar Rusia para que las llamadas de su secretaria y demás empleados le explotaran el teléfono.

Al bajar del coche en la entrada de la empresa, caminó con paso fuerte y con actitud imponente hacia la entrada del edificio, donde se encontraban dos guardias de seguridad a cada lado de las puertas dobles, quienes de inmediato lo saludaron dándole la bienvenida. En su camino hacia la recepción recibió más saludos de parte de sus empleados, tardando así más tiempo en subir a su piso.

Subió a su ascensor privado, y tras un viaje silencioso de pocos minutos, las puertas de la caja metálica se abrieron en el piso número veinte, que era donde estaba ubicada su oficina junto a las de los demás ejecutivos. En el mismo momento en el que puso en pie fuera del elevador, fue abordado por Sindy, su secretaria, quién también estaba atareada por todo el trabajo que tenía gracias a la tardanza de su jefe.

—Bienvenido de vuelta, señor Ivanov— saludó la muchacha de cabello rubio, llevaba puesto su traje ejecutivo femenino de color gris, y tenía sus ojos de color miel fijos en la tableta que sostenía en sus manos, mientras seguía a su jefe hacia la oficina de éste.

—Gracias, Sindy— respondió sentándose en su silla giratoria, para luego proceder a tomar uno de los primeros documentos que se encontraban sobre su escritorio.

—En su mesa están todos los documentos que debe firmar para que los técnicos puedan comenzar con la creación del nuevo teléfono inteligente, señor— indicó la muchacha— además también debe autorizar la salida de las tabletas que donaremos a las escuelas con pocos recursos.

—¿Qué más tenemos para hoy? — preguntó mientras escribía su firma en las hojas.

—Tiene varias reuniones el día de hoy, señor— comenzó a decir Sindy con su vista fija en su tableta de trabajo—  dentro de veinte minutos tiene una junta con todos los jefes de los diferentes tipos de áreas que posee la empresa, allí planean plantearle, como cada cierto tiempo, ideas sobre nuevos equipos y accesorios móviles. Además, a las cinco de la tarde también tiene una reunión con los inversores alemanes, que se encuentran interesados en el nuevo proyecto que tenemos en mano, y eso es todo por hoy, ya mañana continúan las reuniones, será un día largo.

—Gracias Sindy, puedes retirarte— la muchacha le dio un asentimiento antes de salir de la oficina a paso rápido.

El trabajo consumió a Vladimir en el resto del día, las reuniones consumieron su tarde y cuando terminó su reunión con los alemanes ya eran pasadas las nueve de la noche, pues los extranjeros habían preferido reunirse en un restaurante donde hubiera bebidas alcohólicas para relajarse un poco mientras hablaban.

Boris fue el encargado de llevarlo directo hacia su departamento, el cual se encontraba ubicado en el centro de Rusia, regalándose así una maravillosa vista de la ciudad, de noche y de día.

Bajo Los Encantos Del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora