CAPÍTULO 41

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Capítulo 41

Pasadas dos semanas del cumpleaños de Vladimir, Irina había comenzado con los panes para la boda, pidiéndole como favor en primera instancia a Vladimir, que contactara con las mujeres de la familia Ivanov que vivían en la misma ciudad, ya que estas se habían ofrecido a ayudarla en todo lo que necesitara.

Así que, mientras que mantenía una videollamada con Pia a través de Skype, Irina se encontraba bajando las escaleras de su casa, caminando directo hacia la sala de estar, para esperar a las mujeres de la familia.

—¿Entonces qué harán hoy? — preguntó la muchacha al otro lado de la línea. Irina podía ver a través de la pantalla de su moderno celular, como Pia se movía por su departamento.

—Por el momento me ayudarán a buscar a una buena empresa de decoración de eventos— le contestó Irina, recostándose en el sofá— casi todas están casadas así que supongo podrán ayudarme sin volvernos locas— suspiró— también quiero ir viendo vestidos.

—¿Sigues soñando con una boda en la playa verdad? — cuestionó Pia, dejándose caer en el sofá de su departamento, con una sonrisa de pura felicidad dibujándose en sus labios. Le hacía tan feliz ver a su amiga tan contenta y emocionada. La quería como una hermana, y la felicidad de Irina era su felicidad.

Irina sonrió aún más al escucharla, Pia definitivamente la conocía. Desde su juventud, cuando había comenzado a fantasear con encontrar al hombre ideal, y casarse, siempre había soñado con una boda en la playa. Con un vestido sencillo y suelto cubriendo su cuerpo, su cabello en su recogido no tan elaborado y sus pies sintiendo la fría arena mientras caminaba hacia su prometido en el altar. Y, aunque desde luego Pia y ella no se conocían desde pequeñas, habían aprendido a conocerse bien una a la otra.

Un nuevo suspiro salió de sus labios, antes de responder.

—Definitivamente sí— afirmó— ya lo he hablado con Vladimir, y está de acuerdo.

—Me alegra que quiera aportar— le dijo Pia— y que no sea de los hombres que en estos casos le dejan toda la carga a la mujer.

—No. No lo es— dijo al mismo tiempo que negaba con la cabeza— Vladimir es todo lo que siempre esperé en un hombre, me atrevo a decir que incluso más— volvió a removerse en el sofá, y estudió a Pia a través de la pantalla por unos segundos— te noto más delgada— comentó, notando sus mejillas un poco más sumidas de lo normal— ¿Está todo bien?

Pia se quedó en silencio, cerrando los ojos por un momento, angustiando más a Irina.

» —¿Se trata de Boris? — cuestionó, pero no la dejó responder— ¿Están distanciados nuevamente?

—No es eso, es solo que...— la voz de Pia tembló un poco en la última palabra— estamos bien, demasiado bien.

—¿Entonces? — preguntó Irina intrigada.

—Lo extraño— suspiró— lo extraño mucho, y aunque tratamos de hablar todos los días, las llamadas ya no están siendo suficientes.

—Faltan menos de tres meses para que puedan verse.

—Tres meses es mucho tiempo cuando se está enamorada, Irina— le contestó, e Irina la entendió, recordando las veces que añoró estar cerca de Vladimir mientras estaban en diferentes países.

—Sabes que siempre puedes venir a vivir...— Irina no terminó hablar, pues fue interrumpida por Pia.

—Y tú sabes que yo no puedo hacer eso. Sabes que no puedo... Sabes que no...— la voz de la muchacha volvió a temblar, e Irina la miró compasiva, comprendiendo sus motivos.

Bajo Los Encantos Del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora