CAPÍTULO 4

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Capítulo 4

Aún permanecía acorralada, pero ésta vez contra la pared y el cuerpo de Vlamidir, quien, aún en la oscuridad la miraba con preocupación, de fondo se escuchaban los golpes de parte de Boris hacia el tipo.

—¿Te encuentras bien?— preguntó con su encantador acento ruso, Irina comenzó a balbucear por unos segundos, hasta que se aclaró la garganta y le respondió.

—Gracias a usted, sí— respondió tocando sus manos entre sí, timorata.

Vladimir no dijo nada por los siguientes cinco minutos y se acercó un poco más a ella para inhalar, disimuladamente, su perfume, el cuál lo embriagó con su aroma dulce, tuvo que tragar saliva y aplanar los labios para no soltar un suspiro.

—Vamos afuera— la invitó a salir del pasillo, posando una mano en su espalda baja, a Irina se le erizó la piel de pies a cabeza al sentir la tibieza de una de sus manos nuevamente en su cuerpo.

Caminaron por el pasillo, muy pegados el uno del otro, los dos podían sentir el calor corporal del cuerpo del otro mientras caminaban, Irina no dejaba de estremecerse y Vladimir no paraba de imaginar cómo se vería su cuerpo desnudo sobre él, ambos sin ropa y extremadamente excitados.

Las luces parpadeantes y de distintos colores de la pista de baile del club, los sacó a ambos de sus pensamientos.

—Necesito buscar a Pia— le dijo en tono alto a Vladimir, tratando de divisar a su amiga entre la multitud.

—Boris se encargará de ella, mientras, tu y yo esperaremos afuera— dijo con tomo demandante, Irina no pudo evitar obedecerle y comenzar a caminar hacia la salida, todavía buscando a Pia sobre su marcha.

Llegaron a la salida y se pararon ambos en la acera, fuera del club, mirando como a esas horas de la noche aún habían personas haciendo fila para entrar al lugar, le fue inevitable no frotar sus brazos al sentir frío, pues aunque el vestido que llevaba puesto era de mangas largas, la tela no era lo suficientemente gruesa como para protegerla del viento frío de la noche.

Vladimir, tan caballeroso como siempre, al verla frotarse por el frío, decidió retirarse el saco de su traje y ponerlo sobre sus delicados hombros.

En la claridad del exterior, los dos pudieron analizar la forma en la que cada uno iba vestido, Irina miró que el hombre llevaba el mismo traje gris con rayas en marrón de la mañana, solo que en ese momento no llevaba corbata y los tres primeros botones de su camisa blanca se encontraban desabotonados, dándole un aire sumamente sexy y atractivo.

Vladimir pudo ver el vestido que llevaba Irina puesto y tuvo que tragar saliva al ver lo sexy que se veía con ese vestido de lentejuelas que se ajustaba a su curvilíneo cuerpo como un guante, miró la pequeñez de su cintura y ansió tocarla y desnudarla, estaba de más decir que la joven le parecía atractiva y que con simplemente tener su cuerpo cerca, sentía el deseo nacer.

Le parecía una belleza natural que cualquier hombre querría tener solo para él.

Irina lo miró a sus ojos azul oscuro fijamente, mirando como el hombre recorría su cuerpo con deseo, su piel se estremeció y su centro palpitó, nunca había visto a un hombre mirarla con tanto deseo puro y limpio, no le causaba asco que el hombre la mirara de esa forma, sino al contrario, la excitaba y la hacía sentir deseosa.

Inhaló el aroma de su perfume, ese que se encontraba impregnado en su saco y suspiró bajo la atenta mirada del hombre, quien como siempre, casi sonrió al ver la reacción de la muchacha bajo su escrutinio, pero terminó aplanando los labios.

—Mu-muchas gracias— le dijo dedicándole una tierna sonrisa al hombre que tenía en frente de ella.

—¡Szuéltame!— escucharon unos gritos detrás de ellos e inmediatamente, Irina supo a quién pertenecía esa voz— t-te he dicssho que me szueltezzts, pedazo de csho-chocolate bien hecho— ambos voltearon y miraron como Boris sacaba a Pia del brazo— Oh, erezs tú, Szoy Pia ¿Y tú?, llévame donde quieras, bombón.

Bajo Los Encantos Del RusoWhere stories live. Discover now