CAPÍTULO 31

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Capítulo 31

Pia aprovechó que Irina se encontraba dándose una ducha para volver a la habitación y, seguidamente entrar al closet, ella misma se ocuparía de elegir la ropa que su amiga se pondría para ese día.

Una vez dentro del guarda ropas, una mueca se dibujó en sus labios al ver toda la ropa de marca y diseñador abandonada, aun así, sabiendo que lo que su amiga necesitaba no era vestirse con tacones y un apretado vestido, giró sobre su propio eje, y se encaminó hacia donde de encontraban los jeans perfectamente doblados, y tomó uno de ellos, para luego tomar una camiseta.

Algo cómodo servirá, pensó.

Cuando salió del closet, se dirigió hacia la cama de Irina, y dejó la ropa en esta, para después dejarse caer también en la cómoda superficie.

Los minutos pasaron rápido, y en un abrir y cerrar de ojos, Irina salió del baño, al mismo tiempo que tocaban con golpes leves la puerta de la habitación.

—Esta es la ropa que te pondrás— le indicó Pia a Irina, señalándose la ropa que se encontraba en la cama, mientras que se ponía de pie y caminaba hacia la puerta.

Cuando abrió, se encontró con Ivela, la ama de llaves de la casa, con una bandeja que tenía el desayuno de Irina en manos.

—¿Cómo está la señora? — preguntó, en sus ojos había preocupación.

—Ella estará bien— le respondió Pia— ya ha tomado una ducha, ahora comerá.

La señora asintió, y tras dedicarle una tierna sonrisa a Pia, le entregó la bandeja para luego girar y caminar hacia las escaleras. La muchacha cerró la puerta, y caminó de regreso hacia la cama, dejando la bandeja en una de las mesas de noche, para luego dedicarle una mirada significativa a Irina, que estaba terminando de ponerse la camiseta que había elegido para ella.

>>—Ahora desayunarás, y no quiero ningún tipo de peros— dijo al ver que Irina iba a comenzar a refutar— necesitas recuperar fueras y peso, estás muy delgada, Irina— le reprochó.

Irina no dijo nada para contradecirla, y simplemente terminó de cambiarse para luego tomar la bandeja y comenzar a comer su desayuno, que a esa hora de la mañana ya era casi su almuerzo.

—¿Hacia dónde quieres ir? — preguntó Pia— hay que distraernos, ya haz pasado mucho tiempo encerrada en estas cuatro paredes.

—No sé— respondió Irina ausente, mientras se llevaba un bocado de comida a la boca.

—¿Qué te parece ir al cine? — preguntó la muchacha con voz animada, más esto no llamó la atención de Irina, quien ni siquiera se inmutó al escuchar el nombre del lugar.

—Aquí hay un cine personal, Pia— comentó Irina— hasta hay un dispensador de bebidas, y en la cocina hay palomitas, si quieres ver películas solo tenemos que bajar a la primera planta de la casa.

Pia rodó los ojos al escucharla.

—Contigo no se puede, sólo quiero que salgas de esta habitació...— no siguió hablando, pues fue interrumpida por unos gritos femeninos que se escuchaban desde la planta baja.

Irina se puso de pie con premura, dejando los platos en la bandeja que se encontraba en la cama, y a paso rápido salió de la habitación con Pia pisándole los talones. Cuando llegó a las escaleras, desde arriba pudo ver a una esbelta mujer de largo cabello negro, facciones finas y ojos verdes discutir con Ivela.

Ambas se encontraban en la puerta de entrada y la mujer intentaba pasar dentro de la casa e Ivela se estaba encargando de impedírselo.

—¿Qué está pasando aquí? — preguntó Irina con voz demandante, mientras bajaba las escaleras a toda prisa y su ceño comenzaba a fruncirse.

Bajo Los Encantos Del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora