CAPÍTULO 11

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Capítulo 11

Las dos muchachas pasaron el resto de la tarde en el departamento de Vladimir y Pia se encargó de cancelar todas las citas que había hecho para ver viviendas.

—¿Qué vamos a cenar?— preguntó Pia soltando un bostezo.

—No lo sé— susurró de vuelta Irina, mirando en su teléfono la hora, faltaban diez minutos para la siete de la noche.

—¿Qué tal si pedimos algo en algún restaurante?— preguntó— no se, ¿Pizza?

—Eso estaría bien para m...— fue interrumpida por el sonido de la puerta abriéndose. Vladimir entró a la sala del departamento con su perfecto traje de color gris puesto y un maletín de color negro en manos.

—Buenas tardes— saludó el hombre, posando su mirada azulada en Pia por unos minutos, para después prestarle toda su atención a la mujer de ojos celestes que lo miraba con una dulce sonrisa en los labios.

—Oh, mira, llegó tu galán— dijo Pia sin vergüenza, ganándose una mirada de regaño de parte de Irina— yo creo que ya es hora de irme.

—¿No te ibas a quedar a cenar?— preguntó Irina mirándola con el ceño fruncido.

—Si, pero acabo de recordar que debo hacer algunas cosas— dijo la muchacha tomando su bolso de tamaño medio en color negro del sofá.

—¿Ok?— dijo Irina todavía confundida por la actitud de su amiga.

—Boris la llevará a su casa— le dijo Vladimir y Pia se apresuró a asentir, sintiendo un jungla dentro de su panza.

Al fin tendría un momento a solas con el moreno, pensó.

—Nos vemos mañana— le susurró a Irina dejando un beso en su mejilla.

—Hasta mañana— le respondió Irina viendo a la muchacha salir del departamento, luego de haberse despedido de Vladimir con un asentimiento.

Cuando la puerta del departamento se cerró, Vladimir le dirigió una intensa mirada a Irina, para después pasar de ella y caminar hacia la habitación, Irina algo extrañada por su silencio, lo siguió, miró al hombre dejar el maletín que llevaba en la cama y retirarse el saco del traje, para luego comenzar a debotonarse la camisa de color blanco mirándola fijamente, cuando la camisa estuvo fuera de su cuerpo, dejando su trabajado abdomen y sus fuertes brazos a la vista, la tiró sobre la cama y caminó lentamente hacia la muchacha que se encontraba parada en la puerta.

Irina sintió su corazón agitarse al verlo acercarse, no iba a negar que lo había extrañado en todo el día, en el transcurso de las horas pudo sentir aún las electrizantes sensaciones que embargaban su cuerpo cuando sus fuertes manos la tocaban.

Se sobresaltó cuando sintió como el hombre la tomaba de la cintura con firmeza, y la acercaba a su cuerpo, haciéndola sentir su calor corporal, un jadeo abandonó su boca cuando el hombre enterró su rostro en la curvatura de su cuello, dejando un suave beso en esa área que la estremeció.

—Ahora sí— susurró aún con su rostro en su cuello e Irina sintió sus piernas temblar al recibir su aliento caliente en esa área tan sensible de su cuerpo— dime esa respuesta que tanto ansío escuchar.

Sacó su rostro del cuello de su muchacha, y sonrió internamente al ver un sonrojo en sus mejillas.

—Acepto quedarme aquí— susurró mirándolo directo a los ojos— pero con una condición.

Vladimir arqueó una ceja y se acercó más su rostro al de ella, para rozar sus labios.

—Dime— murmuró rozando sus labios, sacándole suspiros a Irina.

Bajo Los Encantos Del RusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora