CAPÍTULO 38

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Capítulo 38

Una sonrisa se dibuja en los labios de Irina al sentir las grandes y masculinas manos de Vladimir, y una risa floja salió de su boca al sentir la nariz del hombre recorrer su cuello.

—Buenos días, cariño— susurró él en su oído, abrazándola desde atrás, al mismo tiempo que dejaba un beso en su cuello.

—Buenos días— murmuró ella, ladeando la ceniza para darle más espacio a Vladimir.

—¿Cómo dormiste? — preguntó, comenzando a dejar una fila de besos que iban desde su hombro hasta su oído, donde se encargó de morder suavemente el lóbulo de su oreja.

Se dio la vuelta entre sus brazos, y dejó un casto beso en sus labios antes de mirarlo directo a los ojos y hablar.

—Como toda una reina— dijo en un susurro con una tierna sonrisa en los labios— estoy emocionada— cambió de tema— hoy por fin, decoramos la casa con adornos navideños. ¿Estás preparado para un día de trabajo?

—Totalmente— respondió Vladimir, dejando un beso en su frente.

Sin tiempo que perder, la pareja se apuró en levantarse de la cama, y tras darse una ducha juntos, que terminó en ellos haciendo el amor, ambos se cambiaron con prendas de ropa cómodas y salieron de la habitación con enormes sonrisas de emoción en sus labios. Una vez estuvieron en el primer piso, se dirigieron hacia la sala del comedor, donde ya Ivela estaba acomodando los platos que contenían el desayuno que comerían esa mañana.

El desayuno fue bastante ameno, como siempre, y con conversaciones variadas, donde se contaron todo lo que no habían podido contarse durante de semana.

Cuando terminaron de desayunar, reposaron unos minutos antes de ponerse manos a la obra.

Vladimir se encargó de buscar todas las cajas con los adornos que usarían, y cuando todo estuvo en la sala de estar, comenzaron con el arduo trabajo de decorar una mansión. Irina se ocupó de decorar la parte de adentro de la casa, con ayuda de Ivela y varias muchachas más se servicio, mientras que Vladimir, se encargaba de colocar las luces navideñas en el borde del techo, y en las plantas que se encontraban en la entrada de la casa.

Para las una de la tarde, en el interior de la mansión solo faltaba decorar el árbol de navidad, mientras que Vladimir aún seguía colocando luces afuera. Fue entonces cuando Irina decidió tomarse un descanso y salir para hacerle compañía a Vladimir.

Cuando salió de la casa, reprimió una risa, recostándose en una de las columnas de la entrada, para ver con división como Vladimir luchaba para desenredar las luces. Su ceño estaba fruncido y su mirada era de total frustración ante lo que veían sus ojos, pues cada vez que jalaba hacia un lado, se hacían más nudos de otro.

—¡Oye! — exclamó, antes de soltar una sonora carcajada, Vladimir de inmediato la miró al escuchar su voz— ¿Necesitas ayuda?

—¿Estás segura de que son nuevos? — preguntó acercándose a ella- vinieron todos enredados— cuando estuve enfrente de Irina, con su mano libre, la tomó de la cintura para fundir sus labios en los de ella, en un beso lento, que solo hizo que a Irina se le escapara un tonto suspiro.

—Sí— respondió cuando el beso terminó, asintiendo varias veces con la cabeza— son nuevos, los hemos comprado todos ayer.

—Solo faltan dos arbustos— informó.

—Luego buscamos la forma de deshacer esos nudos— le dijo tranquilamente ella— ahora vamos a comer.

—Bien— respondió Vladimir sin dudar. Se encontraba exhausto, pues, las navidades anteriores él no tenía que encargarse de la decoración, sus empleados simplemente decoraban y cuando él llegaba a casa todo estaba perfecto.

Bajo Los Encantos Del RusoWhere stories live. Discover now