CAPÍTULO 29

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Capítulo 29

Estaba sola, sentada en un saludable césped que no tenía final, mientras su espalda se encontraba recostada en el tronco de un frondoso árbol de naranjas, en sus piernas descansaba un libro de informaciones para embarazadas e iba vestida con un vestido de fondo blanco, en estampados de flores rosas, su cabello estaba recogido en una trenza y sus pies iban descalzos.

Se encontraba feliz, la sonrisa en sus labios no dejaba dudas de ello. Llevó una de sus manos hacia su abultado vientre y lo acarició con ternura, y su sonrisa solo se agrandó, pronto sería madre, tendría a una persona pequeña que despendiera de ella, a quien consolar cuando llore, y a quien mimar.

Una brisa fresca movió las hojas del árbol sobre su cabeza, y algunos mechones escurridizos que se habían escapado de su trenza, miró a su alrededor y sonrió en grande otra vez, sentía tanta paz que podría quedarse a vivir allí por el resto de su vida, y criar a sus hijos en esa tranquilidad junto a su esposo.

De pronto, una risa infantil se escuchó de fondo, unos pequeños pasos se sintieron sobre el césped, no pasaron muchos minutos para que un pequeño niño de unos cinco años apareciera desde el lado contrario a donde miraba Irina, deteniéndose delante de ella con una inmensa sonrisa en sus pequeños y rosados labios. Su cabello azabache se encontraba revuelto, cayendo delante de sus ojos, ocultando un poco sus pobladas cejas, haciendo más intenso el azul de sus ojos, esos, que la miraban con el más incondicional amor.

—Hola— saludó el pequeño, dedicándole una gran y hermosa sonrisa.

Irina se le devolvió, mirándolo con curiosidad.

—Hola cariño— susurró con voz dulce— ¿Por qué no te sientas a mi lado y me dices donde están tus padres?

El niño, sin perder la sonrisa, caminó unos pocos pasos hasta sentarse al lado de Irina, y acercarse un poco más hasta abrazarla de costado, dejando, con su pequeña mano, una caricia en el vientre de Irina. Ella, por alguna razón, sintió la necesidad de abrazarlo, y no se contuvo, levantó sus brazos y los pasó por su pequeño cuerpo, sintiendo el calor que éste desprendía.

>> —¿Dónde están tus padres, cariño? — volvió a preguntar, mirando como El Niño cerraba los ojos aún con su sonrisa en sus labios.

El pequeño retiró una de sus manos del vientre de Irina, y la llevó a su pecho, Justo donde se encontraba ubicado su corazón.

—Aquí — respondió en un susurró con voz suave, y mientras esa sonrisa radiante seguía en sus labios, Irina sintió una opresión en el pecho.

—¿Por qué ahí? — preguntó ella confundida, tomando su pequeña barbilla para que la mirara a los ojos.

—Soy un angelito— dijo el niño, se puso sobre sus rodillas y dejó un beso en la mejilla de Irina antes enredar sus pequeños brazos en su cuello y descansar su mejilla en el pecho de ella— te amo mucho, mamá.

...

El consistente pitido de la máquina de unidades de monitoreo de signos vitales logró despertar a Vladimir, que se había quedado dormido en el sofá de la habitación de hospital luego de una pesada noche.

Espabiló sus ojos, que aún continuaban pesados debido al sueño que sentía, y cuando escuchó a la máquina pitar con más rapidez, no tardó en levantarse del sillón y acercarse a la cama, donde Irina ya tenía los ojos abiertos, mirando fijamente la luz que se encontraba sobre la camilla y con su respiración agitada.

—¿Amor? — preguntó el acercándose a ella, y sujetando sus hombros, llamando de inmediato su atención, sus ojos azul celeste, su semblante era tranquilo, no expresión no parecía alterada, pero su respiración acelerada y el constante pitido de la máquina de monitoreo de signos vitales le decía todo lo contrario.

Bajo Los Encantos Del RusoWhere stories live. Discover now