34- Jungkook y la despedida

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Pov Sathia

Flashback pt. 8

Suspiré, mal humorada, al ver cómo el agua pasaba de la orilla y derrumbaba el castillo de arena que con tanto esmero había armado. Me puse en pie y lo pisoteé para terminar de destruírlo, enojada. Ya estaba grande para armar castillitos de arena, pero en la soledad de la playa tampoco había mucho para hacer. Mi padre y mi madre tomaban sol y charlaban alegremente, empujándome con ánimos a hacer amigos: "ve, Sathia, diviértete con los niños de tu edad". ¿¡Por qué les costaba tanto entender lo difícil que era para mi hacer amigos!? Porque, ¿y qué si me rechazaban? Digo, esos niños siempre se juntaban en la misma playa a jugar; ¿y qué si me metía en su círculo y eso les molestaba? La timidez se apoderaría de mí, como siempre, y terminaría balbuceando palabras erradas y ellos solo se reirían de mí y me harían sentir mucho peor de lo que ya me sentía allí con mi castillo hizo papilla.

No, ni en broma.

Pero tampoco pensaba hacer otro castillo, así que con un suspiro levanté mi espeso cabello en una coleta a lo alto de mi cabeza y me senté en la arena para hundir los pies en ella. Levanté la mirada, apenas, hacia atrás: en medio de la arena, los niños se reían a carcajadas mientras peleaban a ver quién lanzaba el disco de madera más lejos. En un momento uno de ellos se cayó y todos se rieron. Yo también me reí, pero al instante borré la sonrisa porque no estaba bien reírse cuando uno no era parte. ¿Y qué si me veían y pensaban que los estaba espiando? Me encogí sobre mi misma, trayendo las piernas al pecho, y seguí mirando pero ésta vez con más disimulo, mientras dibujaba círculos en la arena con un dedo. 

Siempre eran los mismo niños, noté. Solo una niña entre todos ellos, una rubia bajita, y cuatro niños más.

Parpadeé. ¿Por qué sólo habían tres niños? ¿Dónde estaba el tercero, el chinito?

Levanté la mirada y cogoteé para ver si estaba en el mar, pero no lo encontré. Miré en todas direcciónes: sillones, toallas en el suelo, gente disfrutando del día, ningún chinito. ¿Dónde estaba él? Y entonces, un poco más allá, cuando creí que ya no había venido, lo vi: sentado bajo un árbol solo y arrancando pastitos de entre la arena estaba el niño faltante.

Mis manos hormiguearon, como si tuvieran cerebro propio y quisieran correr hacia él y darle palmaditas en la espalda. Preguntarle, ¿qué hacía solo? ¿Habían peleado? ¿Por qué estaba tan triste? Pero aunque mis manos hayan tenido la intención, mis pies no se pararon, anclados en la arena con la fuerza de toda mi timidez. Inspiré profundo y solté con fuerza, exasperada de mí misma. Y entonces, cuando menos lo esperé, el niño levantó la mirada. Al principio se quedó viendo a los niños jugar. Luego, se percató de mí. Nos miramos un segundo, un largo segundo, y luego él volvió a encogerse sobre sí mismo y siguió arrancando pastitos furiosamente. Parpadeé, con el corazón latiéndome con fuerza en el pecho, y algo dentro de mi lloró en silencio porque ese niño me había dado la mirada más triste que me habían dado en su vida. Y entonces, lo comprendí: estaba solo. A ese niño lo habían dejado solo. Y yo sabía exacto como eso se sentía.

Tal vez fue la empatía lo que me hizo levantarme de un brinco y correr hacia él, pasando junto a los niños que jugaban sin titubear, y sentándome de golpe en la arena frente a él.

-Hola -dije-. Jungkook.

El chinito me miró con ojos muy abiertos, sorprendidos. Me parecieron unos ojos verdaderamente bonitos, así que tuve que apartar la mirada.

Let's Not Fall in Love [Jeon Jungkook]©Where stories live. Discover now