Let's Not Fall in Love [Jeon Jungkook]©

35- Cathy y su corazón licántropo

IMPORTANTE: Hubo problemas con la lectura del anterior capítulo porque lo publiqué pero luego lo mande a borradores para hacerle unas modificaciones. El problema fue que cuando volví a publicarlo, a nadie le llegó la notificación. Así que si todavía no lo leyeron vayan ahora a hacerlo. Nadie me vaya a leer el 35, sin haber leído el 34!!

Ésta ilustración la hice hace ya un par de meses. No es Cathy físicamente, pero el concepto es el mismo de éste capítulo. Espero les guste <3

El verano había sido un suspiro.

Eso era lo único que podía pensar, una y otra vez, repitiendo la frase de forma monótona en mi mente, mientras desplegaba los preparados en el suelo de mi baño y cerraba la puerta con llave. Me puse en puntas de pie para girar la bombilla de luz hasta sacarla, y luego enroscar la nueva. De pronto, todo el lugar se bañó de luz roja. Parecía como si de repente todo se hubiera llenado de sangre. Me acuclillé frente a los preparados y metí la primera hoja de papel fotográfico en el químico. La moví un poco con los dedos, y al cabo de un segundo la primer imagen comenzó a aparecer.

Veinte fotografías distintas, veinte momentos distintos. El Club, el camping, mis amigas; todas las memorias de un verano rebelándose en fotografías analógicas en el piso de mi baño.

Me detuve en la última imagen.

El rostro de Jungkook se fue haciendo visible de a poco mientras movía la hoja bajo el agua. Su pose de modelo casi profesional frente a la tienda de discos; dónde lucía mi chaqueta de jean. El muchacho levantaba la barbilla y miraba hacia la cámara casi desafiante, modesto. La expresión de una persona segura, pensé. 

Todo lo contrario a mí.

Saqué la fotografía del agua y la colgué del hilo que había tendido de pared a pared mientras esperaba a que las fotografías se secaran. En el bolsillo de mis pantalones el teléfono parecía arderme contra la piel. No podría encenderlo en ese lugar, la luz velaría las fotografías; pero tampoco tendría necesidad de hacerlo porque ningún mensaje estaba llegando.

Me dejé caer hacia el suelo, contra el lavabo, y me abracé las piernas echando la cabeza hacia atrás. El tiempo de espera se me hacía eterno; había premeditado varias veces velar el rollo entero exponiéndolo a la luz y no enfrentarme a ninguno de esos bellos momentos. Pero allí estaba: aún medio borracha de cervezas y triste, muy triste, revelando el rollo porque lo único que deseaba ver era de todo lo que me estaba perdiendo esa misma noche.

Sathia había sido la gota que había rebalsado el vaso de mis inseguridades. ¿Cómo podía sacármelo de la cabeza? Había leído los mensajes de Jungkook, sí, había leído todas sus explicaciones. Pero no podía aceptarlo porque, al final, ni siquiera se trataba de celos. Al final, él tenía razón: lo que yo tenía era miedo. Un miedo tan real y tan palpable que se me ponía la carne de gallina. Él se marcharía de allí y yo me quedaría sola todo un año. ¿Y quién sabe si más? ¿Y si no juntaba dinero suficiente para la Universidad? ¿Y si al final decidía que la fotografía, o el cine, no eran lo mío? ¿Y qué si necesitaba otro año más luego de ese? Las posibilidades de que fallaran eran infinitas, y la seguridad de que funcionara sólo era una incógnita que ahora se me hacía un cuento fantasioso de niños. Eso éramos, eso estábamos siendo: niños. ¿Qué pasaría si nos separábamos? Seguro al primer mes estaría bien, el segundo estaríamos agotados, el tercero lo intentaríamos con todas las pocas ganas que nos quedasen, ¿y el cuarto? ¿Y el quinto? Doce meses eran muchos meses. Y la sola idea de pasar un año entero sin él a mi lado se me hacía tan dolorosa que, de repente, había decidido huír. Sí, así justo como él lo había dicho. Había decidido huir porque, al final, era una tonta niña cobarde y asustada que tenía tanto miedo que prefería esconderse para negar la realidad que aceptarla y enfrentar sus propias inseguridades.