7- El hada y el hechicero

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-¿Estás segura que estarás bien? -inquirió mi padre, calzándose una chaqueta y mirándome desde la entrada

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-¿Estás segura que estarás bien? -inquirió mi padre, calzándose una chaqueta y mirándome desde la entrada.

-Estaré bien, te lo prometo -murmuré, estirándome en el sofá, ya que había estado horas entumecida entre las mantas.

-¿Segura que no quieres ir?

-En serio, pa -lo miré sobre el respaldo del sofá y le dediqué una sonrisa tranquilizadora.

-Puedes ir más tarde si quieres. 

-Puedo ir cualquier día si quiero. Pero hoy... No hoy.

Mi padre se me acercó y me dio un beso de despedida en la coronilla.

-Nos vemos ésta noche entonces -murmuró-. Tengo una sorpresa especial para ti.

-Ya... -volví la vista al televisor, casi avergonzada de escucharle decir eso. 

Me había levantado realmente temprano esa mañana sólo para dar una larga maratón a mi reality favorito y tratar de mantener ocupada la mente. Lo cierto era que tenía pensado verlo todo el día; y aunque una parte de mí se sentía un poco culpable por no acompañar a mi padre también sabía que entendería que para mí era bastante agotador. Lo hacía todos los años, hoy no me apetecía realmente. Aunque sabía que esa sensación de incomodidad permanecería en mi pecho todo el día, como un incensante recuerdo de que tenía algo pendiente.

Cuando oí que mi padre cerraba la puerta tras irse me relajé. Solté un suspiro y me dejé caer completamente sobre el sofá, despatarrándome cuan larga era.

Pero entonces alguien golpeó la puerta con suavidad, y yo puse pausa a la tele para salir del sofá de un salto. Estiré el hoddie que llevaba puesto cuan largo era, casi me llegaba hasta las rodillas, y arrastré los pies descalzos hasta la puerta. Levanté la barbilla para ver en el mueble del recibidor los lentes de mi padre y los tomé, rodando los ojos con una sonrisa. Se los había olvidado, y había vuelto a buscarlos, estaba claro.

Pero cuando abrí la puerta no fue el rostro pálido y canoso de mi padre el que me recibió, sino uno moreno que sonreía con ganas, pero que dejó de sonreír por completo al verme.

-¿¡Ese es mi hoodie!? -exclamó, agarrando la tela sobre mi pecho y tirando de ella hacia sí.

Aparté su mano de sopetón y me puse de puntitas para mirar detrás de él, pero la camioneta de mi padre había desaparecido. Al final, sí se había olvidado sus lentes. Volví al rostro de Jungkook, alzando la barbilla para verlo. El muchacho tenía el cabello húmedo, y desde mi lugar podía oler la sal marina en su piel bronceada por el sol.

-¿Te metiste al mar a ocho de la mañana? -inquirí, atónita.

-Claro, luego de correr un par de vueltas y entrenar. Como todos los días -rodó los ojos, como si estuviera explicando una obviedad.

Let's Not Fall in Love [Jeon Jungkook]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora