Let's Not Fall in Love [Jeon Jungkook]©

22- Todos los chicos de Catherine

Flashback pt. 5

El rumor del auto se hizo constante y adormecedor. Luego de arrancarnos un buen par de mechones, y que se le ocurriera contarme de su nueva genial novia Sathia, Jungkook y yo habíamos permanecido en silencio. Cada uno en una punta separada de la camioneta.

Pero como siempre pasaba entre nosotros, luego de un rato de pelearnos... nos aburríamos. Y nos veíamos en obligación de hacer las pases. Así que en la estación de servicio, mientras yo aprovechaba a ir al baño acompañada de la Sra. Jeon, el muchacho le había pedido el tamagochi del fondo del bolso de camping a su papá y ahora yo tenía la barbilla sobre su hombro y le ayudaba a apretar todos los botones porque en menos de una hora se le había muerto.

-De seguro hay alguna tecla para revivirlo -dije.

-No, hay que apretar todos los botones hasta que revive -aseguró él, con la seriedad de un cirujano.

Seguimos un rato más en silencio, hasta que de repente captó mi atención el borde del juguete. Señalé una palabra extraña, llamando su atención.

-¿Ahí qué dice?

-No lo sé -Jungkook dejó caer el tamagochi, aburrido de intentar-. No es coreano.

-Di algo en coreano -me separé de él y pegué las rodillas al pecho, hundiendo la barbilla entre ellas y sonriendo con emoción.

-Annyeong -murmuró.

Solté un gritito y aplaudí en el aire, eufórica. Jungkook se rió, un poco avergonzado.

-¿Qué es eso? -pregunté.

-Hola.

-Añón -repetí, asintiendo lentamente con la cabeza en entendimiento-. ¿Y adiós?

-Se dice igual.

-¿¡Y cómo sabes si se están saludando o se están despidiendo entonces!? -pregunté alarmada. No tenía ninguna lógica.

Jungkook se encogió levemente de hombros.

-Supongo que por la situación.

-Ah... -aparté la mirada, no muy convencida. Al rato volví a mirarlo, brincando sobre mí misma-. ¡Oh, oh! ¿Y cómo dices te quiero?

Jungkook abrió mucho los ojos de repente. Luego clavó la mirada en el tamagochi entre sus manos, pero su rostro ya estaba completa e inevitablemente rojo. Rojo hasta las orejas.

-¿Para qué quieres saber eso?

-¡Dime! -lo golpeé en el hombro.

-Saranghae -murmuró, cohibido.

-Saranjé -repetí. Lo miré con una sonrisa y cerré los ojos, abriendo los brazos-. ¡Saranjé Jungkookie!

Cuando los abrí el chico ni me estaba abrazando ni parecía contento. Si antes estaba rojo, ahora había pasado al morado. Era como si hubiera visto un fantasma o algo.