Vinculados.

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Drabble / 390 palabras.
AU! Universidad / Soulmate.

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Para ella el amor era un sentimiento tan misterioso y fascinante como la visión del sol encontrándose con el mar en el horizonte, aunque su pecho era antibalas y los poemas de esa índole estaban envueltos en papel de burbujas, quizás para no llorar e inundar su corazón con ilusiones que caducarían el día de mañana. Por eso se entregaba a una rutina constante, inmutable como su frialdad al trabajar, las estrategias y gestiones eran efectuadas con meticulosidad, tal vez quien se detuviera a detallarla se daría cuenta que el centro, donde debía ubicarse su corazón, ardía con flamas azules.

Y allí daba vueltas, todos pasaban de largo, atrapados en la monotonía aplastante de un mundo que poco a poco era consumido por la tonalidad grisácea de la toxicidad. Nubes condensadas, tormentas de ácido, emociones caóticas y miles de procesos bioquímicos que terminaban en colisionar, la muchacha miró el cielo y descubrió que quizás el amor llegará cuando naturalmente sea momento.

Lo confirmó cuando alcanzó a apreciar los dos océanos que ese varón llevaba en sus cuencas, un azul tan profundo, intenso y valiente, casi incomparable. Pensó que podría tratarse de un espejismo, una fantasía o alguna construcción de su imaginación para consolar lo que reprimía, enviándolo al inconsciente. Sin embargo, era el mismo hombre rubio que protagonizaba sus sueños, quien ahora caminaba por la calle, sus espesas cejas relajadas en una expresión seria, envuelto en una gabardina verde y sosteniendo unos libros apretados contra su tórax. Y sentía que su alma la conectaba a él, atrayéndola como si estuvieran estrechamente vinculados a pesar de que ni siquiera conocía su voz.

— Disculpa, se te cayó esto —dijo el susodicho, deteniéndose para recoger el poemario de "los cielos ilegibles".

—Gracias, hmm, yo me distraje por un instante y perdí la orientación —contestó, la tonalidad carmín pintando sus mejillas y los ojos centelleando de emoción.

Erwin se presentó de manera caballerosa y rió cuando comentaste que solías sumergirte demasiado en tus pensamientos dispersos—. A todos nos sucede, incluso yo también tiendo a disociar.

Él sintió esa conexión inexplicable. Solo que más tarde se enteraría cuando compartieron varias citas y lo confesaría estando recostada en su pecho, escuchando su ritmo cardíaco, jugueteando con su pelo y dejando fluir la miel de sus labios rosados para su deleite.

Despiértame | Erwin Smith Where stories live. Discover now