Almas gemelas.

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Erwin era como encontrar una aguja en un pajar, de inverosímiles rasgos y masculinas facciones que podían derretir hasta el corazón más fuerte, así que no hacía falta desafiarlo. Mucho menos si se estuviera en duda su capacidad de persuasión, porque era más que experto en obtener lo que deseaba por cualquier medio existente y aún así, siempre aceptaba los efectos de sus acciones sin rechistar. Un hombre de hechos y palabras, las mismas que susurraba en tu oído en las noches de insomnio, cuando compartías tu cama con él y te doblegabas ante su presencia.

A veces no entendías que clase de magia te había atrapado, mucho menos si se trataba de algún hechizo que te mantenía sometida a su voluntad y evitaba que tu devoción por él se acabara. Lo amabas, sí, pero era más que un simple enamoramiento pasajero de esos que tu mamá mencionaba, porque cada vez que lo miraba sabía que jamás podría borrar los recuerdos que sembraba en tu mente y corazón.

En ese instante estabas aferrada a la almohada, un rollo de pensamientos fluctuando en el silencioso espacio de tu dormitorio, posibles escenarios y potenciales respuestas, pero ninguna que te sacara de esa incertidumbre. ¿Él te amaba de la misma manera? ¿O solo era una pasión desgarradora que terminaría extinguida? El temor de que encontrara a una mujer más joven y hermosa seguía latente.

Era un hombre maravilloso, fuerte, inteligente y bendecido por la madurez. Aún en sus cuarentas relucía como el mismo varón dorado que conociste en tus veinte, de fornida postura y semblante firme pero embriagador.

—Eres de esos que te llevan al cielo, pero con la misma fuerza pueden dejarte caer y enviarte el infierno por el precio de sus pecados —murmuraste contra la sábanas de seda, descubriendo tu pecho desnudo a la presencia que se posaba en la ventana abierta.

— ¿Y piensas que te haré darme todo para luego abandonarte? —interrogó, sus brillantes ojos azules observando desde la penumbra.

—Las mujeres somos las de la intuición. Pero dime, quiero escucharlo brotar de tus labios porque esto terminará por consumirme si sigo entregando lo que hay en mí —exigiste, apretando los puños y alzando la barbilla con orgullo, aunque lágrimas amenazaban con salir.

—Por ti haría lo que sea y no pienso dejarte ir después de haber luchado tanto para tenerte aquí —manifestó, su voz erizando cada tramo de tu piel y se acercó a los pies de la cama donde estabas—. Nadie te apartará de mi lado. Crucé mar y tierra para encontrarte, pese a que me vea vulnerable cuando te proclamo mi reina.

El tatuaje de mariposa resplandecía bajo los rayos de luna, la marca de almas gemelas tenía los colores más vívidos y llamativos desde que se habían casado. Los anillos vibraban en cada dígito, la conexión divina se hacía inquebrantable cuando te abrazó y enterraba su rostro en tu cuello níveo, donde aún residía la forma de sus dientes.

Estaban vinculados de todas las maneras posibles.

Despiértame | Erwin Smith Where stories live. Discover now