Barón Erwin Smith.

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Imagina
AU! Marvel Cómics
Barón! Erwin Smith x Hawkeye! Lectora

Erwin siempre fue adicto al poder. No importaba de que manera se manifestara, él deseaba tener el control de cada cosa en su entorno y que todo girara alrededor de su dedo, como una presencia omnipresente que veía lo que sucedía, llegándose a comparar con la habilidad de Heimdall. Así que no le sorprendió cuando dispersó al equipo, Hange guardando las espadas en su traje blanco y Levi gritando órdenes al resto de los miembros.

Su máscara púrpura fue depositada en la gran mesa del salón, en el mismo lugar donde formulaba estrategias y planeaba las misiones que él mismo dirigía por órdenes de Madame Hydra. El escuadrón, aunque se creía que sería liderado por el rechazado reemplazo del Capitán América, Zeke Jaeger, había sido encomendado al hombre más frío, calculador y capaz que Valentina pudo encontrar.

Así que no se inmutó cuando el Barón le pidió que permaneciera en la sala, aclarando que su participación en la más reciente asignación estuvo impecable y era preciso aclarar sus siguientes movimientos. Por ello, (Nombre) se quedó, observando los mapas y figuras en la mesa, el arco y las flechas reposando sobre su asiento abandonado.

—No es común de usted felicitar a las personas, Barón Smith —comentó la joven, clavando su penetrante mirada en el hombre que se acercaba a ella con paso lento pero seguro.

El rubio vestía su característico abrigo de cuero y piel en el cuello, suéter púrpura que resaltaba el azul profundo de sus ojos, pantalones de etiqueta negros y zapatos formales. Para cualquiera que lo apreciara, se daría cuenta que era un miembro de la realeza de Europa del Este, con la elegancia y cortesía oscura que enmarcaba desde su pesado acento al hablar en inglés como sus expresiones.

No solo eso, sino que se trataba de un dulce pero intenso bocadillo a la vista. Le recordó a esas barras de chocolate intenso que la abuela le obsequiaba a escondidas de su madre, porque siendo de tan escasos recursos no podían permitirse un lujo como ese. Por ello, cuando atrapaba la misteriosa presencia del señor detrás de ella sentía un cosquilleo en el estómago, experimentando el deleite de lo prohibido y preguntándose si eran imaginaciones suyas, o realmente Erwin estaba interesado en su persona.

—Creo que te lo mereces. Desde el primer momento mostraste tu lealtad hacia mí y se ha fortalecido a medida que luchamos codo a codo, Handgelenk —contestó, se detuvo cuando escasos centímetros lo separaban.

La fémina podía sentir el ardiente aroma del Whisky en su aliento, las motas de canela y especias de los dulces que solía comer, la fragancia fuerte de su perfume que condensaba el ambiente. Allí, con los ojos brillantes parecía un depredador apunto de devorar a su presa, rebosando en astucia y valentía que ella no podía reconocer en sí misma para dar el paso.

— ¿Más nombres de mascota? No has dejado de llamarme muñeca o pajarito desde nuestros últimos encuentros —replicó la mujer, admirando las arrugas en su rostro que eran signo de madurez.

Porque si fuera poco había una gran diferencia de edad entre ellos, aunque el Barón lo ignoraba completamente. Debía estar entrando en los cuarenta, mientras ella recién cumplió los veinticinco y aún así podía afirmar que provocaba una oleada de excitación cuando lo veía dictar órdenes como si fuera su naturaleza.

Era un hombre hecho para gobernar, para liderar y someter bajo su yugo a quien se pronunciara en su contra, lo que sinceramente le calentaba a niveles alarmantes. Aunque era una mujer fuerte, independiente, conocida por su actitud fiera en el campo de batalla, en la vida real era un poco más... suave y apacible, justo como le encantaba a Erwin.

Sus labios se curvaron en una sonrisa, puesto que le había gustado que ella tuviera buena memoria y se acordara el instante en el que empezó a demostrar con mayor ahínco sus intenciones. Los años le cayeron bien, como un vino costoso y de buen gusto, que era necesario saborear lentamente para no emborracharse.

Así era el Barón. Tan letal pero cautivador, digno de una reverencia. Pese a que no era el estilo de (Nombre), quien provenía de una familia de clase media-baja de los barrios de Miami, le resultaba fascinante como él conversaba con ella, cortejándola, dando,  ligeros roces y al final dejándola flotando en montones de insinuaciones sin concretar.

—Es inevitable —dijo suavemente, tomando un mechón de su cabello y jugueteando con él, clavó sus iris azules en las facciones ajenas. Buscaba las respuestas en su alma que se desnudaba a través de las pupilas dilatadas—. Sé reconocer un tesoro cuando lo veo, algo especial, valioso y exótico como tú. Eso fue lo que causaste en mí cuando me encantaste.

Cuando el reloj indicó la medianoche, Erwin enredaba sus dedos en el espeso cabello de la muchacha que se retorcía en sus musculosos brazos, aferrándose al cuero de la prenda y permitiendo que la besara con toda la pasión que había retenido por meses.

A fuego lento la sedujo, atrapando los labiales carmín entre sus dientes y otorgando alivio con la lengua una vez que los mordió, maravillado ante su suavidad y receptividad. Estaba embelesado por la manera en que sus uñas arañaban la tela, los quejidos derramándose en su propia boca y haciéndole saber lo duro que se había puesto por ella.

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⏰ Última atualização: Sep 21, 2021 ⏰

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