CAPÍTULO 9

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Feel it-Michele Morrone

Los días han seguido su curso, sin escenitas comprometidas ni más momentos voyeur, para mi tranquilidad. Las tardes de Aiden consisten en ir por ahí con su coche, recoger a Nicole, pasar los días con ella y alguna que otra vez lo he visto reuniéndose con un chico rubio de pelo largo el cuál no recuerdo haber visto en la facultad.

La puerta del copiloto se abre y veo deslizarse el cuerpo de Mitch en el asiento de al lado. Debajo de sus ojos tiene unas ligeras sombras, fruto de las noches vigilando a Aiden cuando yo debo estar en el club o de las noches de vigilancia frente al piso de Rodrigo. Me siento un poco culpable por hacerlo trabajar tanto pero el ha insistido en ocuparse el mismo y no ha dejado que nadie lo releve. Sinceramente, empieza a preocuparme su salud.

—Tengo buenas noticias. –Me lanza una sonrisa que no termina de llegarle a los ojos. —Bueno, creo que lo es. –Vuelve su corpulento cuerpo hacia mi, quedando de frente. —Rodrigo ha vuelto a marcharse del país.

—¿Otra vez? –Pregunto mientras echo un rápido vistazo a la entrada principal de Aiden.

No puedo despistarme ni un solo segundo, ya me estoy martirizando bastante por lo de la otra noche. No entiendo como el cansancio pudo conmigo, pero me dormí completamente. Cuando desperté por la mañana simplemente quería darme unos cuantos puñetazos y maldecirme a mi misma.

—No tengo ni idea de que es lo que hace fuera del país. -Se encoge levemente de hombros. —Si quieres puedo intentar averiguar algo, pero no te garantizo gran cosa.

—¿Tal vez tenga negocios fuera? -Sugiero.

—¿Lo ves con cara de ser un hombre con negocios dignos?

—Aún me sigue persiguiendo en sueños la foto que me enseñaste de el hace unos días. -Suelto una risita baja e inhalo una bocanada de aire. —Poniéndonos serios, intenta averiguar que es lo que hace fuera del país pero no te presiones. -Apoyo una mano en su antebrazo. —Creo que estás exigiéndote demasiado. Valoro lo que estás haciendo, pero yo no quiero esclavos, Mitch. Descansa, de verdad.

Lo miro directamente a los ojos y le sonrío. Una sonrisa de verdad.

Mitch y John son personas muy importantes para mi, ambos me han aportado cosas. John es sin duda el padre que no he tenido durante todos estos años, desde el trágico accidente, y Mitch, es como tener un tío o algo parecido. No se preocupa tanto como un padre pero muchas veces sus acciones rebosan cariño. Una parte de mi piensa que se compadece de mi por todas las cosas que he tenido que hacer durante estos cuatro años. También ha sido en ocasiones un referente para mi, antes de estar bajo mi mando, lo estuvo bajo el de mi madre así que conoce muy bien este trabajo y sin duda ha hecho cosas mucho peores que las que yo le pido.

—Tranquila, pequeña. -Da una suave palmadita a mi mano. —He trabajado en circunstancias mucho peores.

—Sé que sí.

Vuelvo la mirada de nuevo al frente, examinando cualquier movimiento que se produzca fuera. Estamos a sábado y Aiden aún no ha dado señales de vida, así que supongo que aún sigue dormido.

—¿Y con Aiden que tal? -Pregunta Mitch al cabo de un rato. —¿Alguna novedad?

—Nada digno de mencionar.

No aparto la mirada y mi cara debe de decir más de lo que quiero mostrar.

—¿Y esa cara? -Mitch empieza a soltar una carcajada y darme toquecitos con el hombro para sacarme de quicio. —Venga, cuéntamelo, porque es obvio que algo ha pasado.

—Dejémoslo en que presencié algo que me hubiese gustado no ver.

Las carcajadas de Mitch llenan el coche y me veo en la obligación de darle un fuerte puñetazo en el brazo.

El Juego de la ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora