CAPÍTULO 32

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Cali God-Grace Mitchell

Narrado por Aiden

En cuanto Dimitri, nuestro médico, me quitó los puntos que me saturaban el hombro me puse a ejercitar el músculo. No puedo permitir atrofiarme ahora. Dimitri alabó bastante las habilidades médicas del chófer de la familia Montgomery, aunque puede que tenga más de médico que de chófer puestos a decir verdades.

El sudor se desliza por mi espalda desnuda mientras me ejercito con las diversas máquinas que guardo en el sótano. Se me hace extraño no tener aquí a Katherine para seguir con nuestros entrenamientos, pero supongo que no hay tiempo en estos momentos para algo que no sea Roy O'Kelly. Elevo las pesas una y otra vez sintiendo como la herida del hombro se tensa, produciéndome pequeños pinchazos. Rechino los dientes mientras muevo los brazos, levantando el peso sin descanso.

No sé cuanto tiempo paso aquí abajo, para cuando quiero mirar el reloj es hora de ir poniéndome en marcha. Esta noche ceno con la familia de Nicole. No voy a negar que me parece molesto tener que hacer esto, la presentación de familias es algo que se hace cuando las cosas se tornan mucho más serias. Y la única cosa seria es que no quiero a Nicole y me muero por escuchar mi nombre gemido por otros labios.

El sonido del teléfono me saca de mis divagaciones.

Lev.

—¿Sí? —presiono el teléfono contra mi oreja mientras agarro una botella de agua. —¿Qué ocurre?

—¡Lo sabías y no has hecho nada!

Me mantengo sujetando el móvil mientras intento encontrarle algún sentido a lo que dice.

—No entiendo de que hablas, Lev.

—¡Cassie! —su voz está cargada de ira. —¿¡A esto te referías cuando dijiste que ella está rota!? La han violado y no has hecho nada, siempre eres el mismo. Hiciste lo mismo con Alina, dejaste que la mataran.

Clavo los dedos rodeando el móvil mientras los músculos de mi espalda se tensan.

—Cuida lo que dices. —amenazo. —Ella decidió venderle la versión a Katherine de que no la habían violado, ¿Quién soy yo para no creerla o ir en contra de su versión? Katherine le ha preguntado en varias ocasiones si recordaba al agresor, no tiene ni idea de quien fue, ¿Crees que es fácil buscar justicia sino sabes siquiera lo que tienes que buscar? —la frustración y la ira se abren paso. —Adelante, si tanto te importa, consigue su nombre y mátalo. No vengas a exigirme explicaciones, actúa.

—¡No lo dijiste! —los gritos se clavan en mi oído. —Si lo hubieses hecho ten por seguro que ya habría hecho algo.

—¿Sí? —replico. —¿Estás seguro? Normalmente esperas a que lo haga yo todo y cuando las cosas no resultan bien, buscas culparme a mí en vez de a tu inacción.

—Eres...

—¿Soy qué? —le corto antes de que diga algo más. —¿Un cabrón? ¿Un hijo de puta? Me han llamado cosas peores. —empiezo a caminar fuera del pequeño gimnasio improvisado, rumbo a la planta de arriba. —Me estoy cansando de tantos putos reproches cuando tú hiciste lo mismo que yo respecto a Alina. Ahora ves a Cassie como un sustitutivo, pero la verdad es que apenas la conoces para el numerito que estás montando.

—No necesito conocerla para saber que lo que le han hecho merece justicia.

—Y ten por seguro que cuándo se sepa quién ha sido se le dará, pero no podemos estar dando palos de ciego. Sabes que hay cosas más importantes. —pulso el botón del ascensor. —No tengo tiempo para seguir discutiendo contigo, Lev.

El Juego de la ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora