CAPÍTULO 34

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Narrado por Cassie

The night we met-Lord Huron

Positivo.

Ocho letras. Una palabra, cuyo uno de sus muchos significados denota algún beneficio o resulta favorable para algo.

Cuando en el test apareció la palabra "positivo" acompañada de un mensaje que me informaba de que estaba de casi cuatro semanas de embarazo, lo que menos sentí es que esto fuese algo positivo. Allí, en el baño de Lev, donde decidí poner fin a mis dudas, sentí que el mundo se me venía encima. Quise desaparecer o tal vez las paredes que cada vez parecían cernirse más sobre mí se encargarían de hacerlo.

No sé como conseguí abrir la puerta del baño, salir fuera bajo la atenta mirada celeste de Lev o como luego pude dejarme convencer para venir aquí.Pero aquí estoy, en la consulta de una de las muchas psicólogas que investigué.

—¿Cassie?

Me sobresalto sobre el mullido sillón en el que estoy recostada, saliendo de mis ensoñaciones.

—Perdona.

—Tranquila, no lo sientas. Estoy más que acostumbrada a que mis pacientes se marchen muy lejos de mí cuando encuentran la posibilidad.

La doctora Zimmer es una mujer treintañera de pelo castaño y ojos azules amables. Tiene algunas arrugas salpicadas por el rostro, sobre todo en los ojos, que parecen demasiado cansados para la edad que tiene. Lleva el pelo recogido en un moño desenfadado y encima de su ropa lleva una bata blanca. Sostiene entre sus manos un pequeño cuaderno y un bolígrafo con el que no para de juguetear mientras me dedica una sonrisa sincera.

—No tienes que contar nada si no te sientes aún preparada. Podemos estar en silencio, el silencio no es malo.

Niego con la cabeza, me agarro al filo de mi vestido y tomo una bocanada de aire.

Empiezo mi relato.

Le cuento como esa noche no podía contenerme la emoción de estar con Jules, ella pregunta si es el chico tan guapo que me espera fuera, a lo que respondo que no. Prosigo contándole que bailé y sentí mi corazón hacer triples mortales mientras estaba rodeada por sus brazos, hasta que se fue. En ese momento hice un descenso a los infiernos del que todavía estoy intentando volver. Le cuento como ese tropiezo en el pasillo me costó más que una disculpa, como la oscuridad de ese cuarto aún me persigue en sueños, el dolor de mi cuerpo en los días posteriores y esa sensación de estar siendo observada todo el tiempo. Por no mencionar mis nuevos hábitos como la necesidad constante de pasarme las manos por los brazos, como si así me fuera a sentir más limpia.

Cuando termino mi relato, tengo la voz tan rota como el corazón y la cara bañada en lágrimas.

—Toma. —me pasa un pañuelo de papel de una caja enorme que tiene al lado. —Has sido increíblemente valiente, Cassie. Lo has contado con una entereza impresionante, no tengo palabras.

—Ha sido liberador contárselo a alguien. —confieso.

Y es cierto, tras dejarlo ir todo, ha sido como si un peso también me hubiese abandonado. Mi historia ha sido compartida, ya no es solo mi secreto.

—Eso es bueno. —veo como apunta cosas en el cuaderno. —Quiero que me hables de tus sentimientos, suéltalos todos y poco a poco intentaremos profundizar sobre cada uno de ellos. Es nuestra primera sesión, normalmente la gente tarda en abrirse conmigo.

—Lo necesitaba, no ha sido fácil mentir a todo el mundo.

Otro sollozo escapa de mis labios.

El Juego de la ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora