CAPÍTULO 35

29.5K 2.2K 2.8K
                                    

Zepp Nine-Charlie Clouser

WARNING: Este capítulo puede dañar la sensibilidad de personas sensibles.

2 horas de secuestro...

—Hola Katherine, ya es momento de que me pagues los favores, ¿no crees?

Las palabras se deslizan por su boca como ácido abrasivo. Se me retuercen las entrañas viendo como sus ojos negros se deslizan sobre mí con esa sonrisa de depredador. Roy O'Kelly, con el que llevo casi dos meses jugando al juego del gato y el ratón, se alza sobre mí como vencedor.

Por ahora. Pues me niego a doblegarme sin luchar.

Junto a mí, un hombre corpulento cuyos brazos están repletos de tatuajes que en tiempos mejores brillarían con la tinta negra pero ahora parecen vagas manchas sobre la piel.

—Hannibal. —pronuncia Roy con voz pausada, dirigiendo el mentón hacia mí. —Pon a la señorita Montgomery de pie.

Si quedaba alguna duda de que he sido descubierta, mi apellido en sus labios es confirmación suficiente.

Hannibal, en el cual reparan mis ojos ahora, es un hombre de tez tostada por el sol, con los ojos tan negros como el ónice y su pelo. Sus manos agarran las cadenas que conectan con las esposas y veo como se deshace de los grilletes con una llave que no tarda en desaparecer de nuevo en el bolsillo de sus pantalones.

—Encantado de conocerte por fin, arañita. —dice con sus labios muy próximos a mi oído. —Nos los vamos a pasar muy bien tú y yo.

—Suéltame animal.

Intento forcejear contra sus manos que ahora me sujetan las muñecas a mi espalda. Me sacudo repetidas veces, sintiendo que el mundo aún me da vueltas. Me encuentro aun trastornada por los resquicios del cloroformo en mi sistema.

A pesar de eso, no dejo de oponer resistencia. Intento librarme de sus manos, intento alzar el codo para darle en la mandíbula, pero este tal Hannibal parece ser de hierro macizo.

—Te recomiendo que te lleves bien con él, pasarás mucho tiempo en su compañía.

Gruño entre dientes.

—¿No eres capaz de ocuparte tú mismo de mí? —replico, intentando pinchar en su orgullo.

—Creo que será más divertido de esta forma. —veo como se remanga los puños de su camisa impoluta. —¿Sabes por qué lo llamamos Hannibal?

No respondo pues tampoco me importa, pero él me lo dice igualmente.

>>—Hannibal siente una fascinación extraña por el sabor de la carne humana, como el famoso Hannibal Lecter. —comienza a caminar a lo largo de la celda en la que me retienen. —Hace unos meses se escapó de La Modelo de Bucaramanga y no quieras saber a cuantos tuvo que matar con sus propias manos.

La Modelo de Bucaramanga, Colombia. He oído que en estas instituciones penitenciarias se encuentra lo peor entre la peor calaña. Tus pesadillas más retorcidas, podrían volverse realidad en la mano de algunos de sus presos.

—¿Hannibal Lecter? —sigo tentando a mi suerte. —¿Jason Voorhees o Freddy Krueger ya estaban cogidos?

Las manos que me apresan se tensan aún más, haciéndome sentir la callosidad de sus manos.

—Hablas mucho para la situación en la que te encuentras, ¿no crees?

Hannibal y Roy se comunican algo con la mirada y seguidamente sus manos que aún me agarran con fuerza, me arrastran hasta el centro de la celda. Rodea mis muñecas con una sola mano y creo tener la oportunidad para intentar escapar. Y digo creo porque en cuanto lo intento recibo un bofetón en la cara que hace que mis piernas pierdan el poco equilibro que tengo y caiga de rodillas. Mis brazos protestan por la postura, los tengo sobre mi cabeza mientras mis rodillas se raspan en el suelo, con los músculos totalmente tensados. Me pica la mejilla, pero no puedo siquiera frotarla. Con la lengua palpo el sabor de la sangre que brota de mi labio.

El Juego de la ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora