CAPÍTULO 22

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Feliz cumpleaños, mi pequeño escorpión.

Wicked Games-The weeknd 

Mis pies se niegan a moverse del sitio. Me he quedado completamente aturdida al verlo plantado frente a mi puerta, ¿Cómo es posible que me haya encontrado? ¿Otra vez su hacker? ¿Su pacto con el diablo?

Pasan minutos hasta que por fin mi lengua parece conectarse de nuevo con mi cerebro.

—No sé de que deuda hablas.

Sí que lo sé y solo pensar en ello hace que se me retuerzan los dedos de los pies.

—Se te da fatal mentir conmigo.

No espera a que yo le invite a entrar, agarra el marco de la puerta, se mete dentro y la cierra quedando su espalda contra ella. El suave click de la puerta ha sido el pistoletazo de salida a toda clase de cosas, solo que todavía no sé cuáles.

—¿Ibas a algún sitio?

Sus ojos me recorren las piernas y oscurecen al fijarse en la cantidad de piel que deja a la vista. El vestido se me ha subido un poco y apenas hay un palmo entre el filo del vestido y mi ropa interior. Él debe de imaginarlo porque esa mirada está cargada de lujuria. Trago saliva y me alejo un poco de él.

Me doy la vuelta, utilizando este momento para recomponerme a mí misma. No puedo dejar que se dé cuenta del efecto que causa su presencia en mí. Al principio podía controlarla, ahora me es más difícil. Es como si el deseo por él se me estuviese grabando en la piel.

—Puede ser. —Digo, sacando mi lado atrevido y juguetón, que no está dispuesto a dejarse acobardar.

Escucho sus pisadas en el suelo, detrás de mí. Me dejo caer a orillas de la cama, con las piernas entrelazadas y él acaba por sentarse en el pequeño sillón junto a la terraza. Esta permanece abierta, dejando que la suave brisa se cuele en el interior.

—Pues eso va a tener que esperar. —Sus dedos tamborilean sobre el tapizado. —Hemos descubierto algo sobre lo que usaron contigo la otra noche.

—¿El que? —La emoción y preocupación tiñen mi voz.

—Es una droga derivada del opio, lo raro es que la han intentado entrelazar con un veneno.

Veneno. Si mi padre tiene razón sobre mi tía, tiene algo de sentido. Mi madre mataba con veneno, ¿por qué no iba a ser igual su hermana?

—Sentí que ardía, no podía gritar porque me abrasaba la garganta.

—Sí, creemos que están haciendo experimentos con arsénico. —Sus cejas se unen al fruncir el ceño. —Están intentando modificarlo, sino sería imposible estar hablando contigo en este momento. El arsénico es letal, no hay cura para eso.

—Yo estoy viva. —Mi voz se entrecorta, presa del miedo.

—Por eso, no puede ser arsénico, tiene que ser algo modificado. Además, no parece que les esté saliendo bien la jugada, solo sufriste una sobredosis. La contrarresté con Naloxona.

—¿Fuiste tú?

Me mira aturdido, sin entender bien a que me refiero en un principio. Ha dicho "lo contrarresté", ¿me salvó él de morir de una sobredosis de una droga defectuosa? Algo similar a la gratitud se forma en mi pecho.

—Sí, fui yo. Te encontré cuando casi te meten en un furgón. Tu pulso era muy débil, Katherine. Pensé que ibas a morir y luego resultó que fue tan fácil como suministrarte un poco de eso.

—¿Eso que escucho es preocupación? —Una sonrisa arrogante tira de una de mis comisuras.

—Puede ser.

El Juego de la ArañaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora