Capítulo 4

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Rob apareció en la habitación de Thomas con una bandeja en las manos: era el almuerzo y por lo que podía observar, estaba delicioso.

—Nancy se pondrá muy molesta si no te lo comes —le advirtió con una de sus sonrisas—, aunque imagino que tendrás hambre.

Thomas no pudo negarlo: el estómago le rugía luego de haberse saltado el desayuno. Rob dejó la bandeja en el escritorio y entonces descubrió la Tablet de color blanco que se hallaba allí.

—¿Esto es tuyo? —le preguntó—. Jamás la había visto.

Thomas se quedó desconcertado hasta que recordó el momento en el que despertó y se encontró con aquella mujer de pelo castaño claro...

—Creo que es de la arquitecta.

—¿De Danielle? —Frunció el ceño dejándola sobre la mesa—. Habrá que devolverla. Por cierto, ella es una mujer excelente. ¿Puedes creer que le dijo a Mónica que habías sido cortés con ella? Ambos sabemos que no lo fuiste...

Rob lo regañó con la mirada como si se tratase de un niño pequeño. Thomas se ruborizó un poco al recordar sus palabras, pero no lo negó. El moreno fue a su encuentro y lo incorporó sobre la cama, colocando algunos almohadones en su espalda. Luego puso una mesita de madera sobre las piernas de él y fue a buscar la bandeja.

—¿No tienes nada que confesar? —insistió.

—Sí, sé que fui grosero —admitió—, pero en mi defensa diré que me tomó desprevenido. Estaba dormido y... Me disculparé con ella, ¿está bien?

Rob asintió.

—Es buena mujer y se ve que está muy preparada —continuó mientras se sentaba a su lado—. Yo mismo la llevé a su casa pues fue Mónica quien la trajo en su auto.

Thomas se llevó el tenedor a la boca. El estofado de Nancy era excelente. Luego de tragar intentó derivar la conversación hacia otro asunto.

—Dejemos a la arquitecta y háblame del perro —le pidió, tan ilusionado como un niño.

—Fui al refugio y adopté a un labrador macho de color negro. Tiene un año de edad y es una belleza.

—Después quiero ir a conocerlo.

—Espero que tu hermana lo deje permanecer con nosotros. ¡Ni imaginas la bronca que me echó cuando me vio con él!

Thomas sonrió.

—Lo va a permitir, no te preocupes. Hemos llegado a un acuerdo: ella sigue adelante con la reforma de la casa y nosotros nos quedamos con el perro.

—¡Magnífico! Ojalá que no cambie de idea cuando regrese por la tarde del trabajo...

Thomas se concentró en su plato de comida y no dijo nada más. Mónica era editora y trabajaba para una editorial prestigiosa, la misma para la cual él publicaba. Sintió una punzada de dolor al recordar que en los últimos ocho meses no había sido capaz de escribir ni una palabra.

Luego de comer, Rob colocó a Thomas en su silla de ruedas y se fue en busca del perro. Aún no tenía nombre, pues creían que debía ser Tim quien lo bautizara. Tom se acercó al escritorio y tomó la Tablet en sus manos, sentía mucha curiosidad por saber un poco del trabajo de aquella arquitecta, y tal vez en aquel dispositivo encontrara alguna respuesta.

No tuvo escrúpulos para desbloquear la pantalla azul, con un logo de la empresa y la palabra "OpenHome". Al parecer no tenía contraseña alguna. De inmediato vio que estaba abierto una app para arquitectos, pero como no entendía nada la cerró. Comenzó a escudriñar los archivos hasta que dio con un video promocional de la línea OpenHome.

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