Capítulo 11

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Danielle había pasado una tarde–noche increíble con Thomas y los niños. Hacía tiempo que no tenía una sonrisa tan grande en el rostro, una sonrisa que no se desvanecía con el paso del tiempo. Cuando llegó a casa le pasó un mensaje por WhatsApp para decirle que había llegado y él le contestó en el acto:

"Me alegra saber que ya están en casa. Tim ya duerme. Estaba exhausto. Que tengas una linda noche".

Danielle dudó si contestar, pero finalmente lo hizo:

"Ben está próximo a ir a dormir también. Yo me pondré a leer tu novela. Estoy ansiosa. Buenas noches también para ti".

No hubo más contestación, así que Danielle colocó el teléfono al lado de su mesa de noche y se dirigió a la habitación de su hijo para continuar con El Mago de Oz. Para su sorpresa, Ben estaba profundamente dormido, así que le dio un beso en la frente, lo cubrió mejor y apagó la lamparita de noche.

Luego de darse una ducha caliente se metió a la cama con el libro y leyó de un tirón las treinta cuartillas. Era la una de la mañana, pero en un impulso tomó el teléfono y vio que Thomas estuvo activo hacía unos diez minutos.

"¿Todavía despierto?" —le preguntó.

Las palomitas de inmediato se tornaron azules, y su corazón latió aprisa cuando vio que le estaba escribiendo. ¿Por qué se sentía como una tonta?

"Sí. He ido a chequear a Tim y duerme profundamente. También me ha llamado Mónica: la están pasando muy bien".

"Qué bueno, se lo merecen. Yo acabo de terminar tu libro. La verdad es que me siento muy emocionada. El final ha sido brillante. Impredecible, emotivo. Es de lo mejor que has escrito, de verdad".

Thomas se conmovió al leer eso.

"Gracias, Dani. Para mí es muy importante tu opinión. Creo que todavía debo pulirlo un poco, pero me anima mucho saber que te ha gustado".

"Me ha encantado —le respondió ella—. No soy especialista en literatura, pero los libros buenos tienen un factor emotivo y cautivante desde la primera página que no puede negarse, sean del género que sean, y el tuyo lo tiene. Me siento triste de que concluyera, y no puedo esperar a que escribas otro".

"Te prometo que seguiré escribiendo. Tengo muchos deseos de vivir" —se arrepintió cuando lo mandó, pero ella ya lo había leído y le estaba respondiendo.

"Saber eso me hace muy feliz. Hasta mañana, Thomas".

"Dulces sueños, Danielle".

El corazón de los dos latía muy aprisa cuando apagaron la pantalla de su teléfono. Estaban a más de diez kilómetros de distancia, pero se sentían cada vez más cerca el uno del otro.

Danielle llegó a casa de Thomas a las tres de la tarde

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Danielle llegó a casa de Thomas a las tres de la tarde. En esta ocasión llevaba un hermoso vestido largo de color blanco con pequeñas flores rojas. Se arrepintió después de su atuendo, pues se sentía como si tuviera una cita, aunque ya no tenía tiempo de cambiarse. Tom la recibió como el día anterior, con una sonrisa: llevaba unos vaqueros y una camisa azul muy bonita.

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