Capítulo 9

8.1K 631 52
                                    

Danielle llegó temprano en la mañana acompañada del ingeniero de sistemas que se encargaría de la automatización de la vivienda con lo más avanzado que existía desde el punto de vista tecnológico. Cuando tocaron a la puerta fue Rob quien les recibió, aunque Thomas se encontraba también en el salón, como si estuviese aguardando por ella.

—¡Buenos días! —saludó—. Él es Louis, nuestro especialista en sistemas. Se encargará de la automatización.

Los hombres se saludaron y Rob se ofreció en acompañarlo y darle un recorrido por la casa, para que el ingeniero pudiese hacer su trabajo. En un instante, Danielle y Thomas se quedaron a solas, y últimamente esa intimidad a ella la ponía muy nerviosa.

—¿Qué tal el ascensor? —preguntó ella, sentándose a su lado.

Muy cerca de ellos podía divisarse la estructura de hierro y cristal que le permitía a Thomas obviar las escaleras.

—Excelente —reconoció él con una sonrisa—. Rob lo ha agradecido mucho. Dice que estaba acabando con su espalda. Y yo también lo agradezco.

Danielle sonrió con condescendencia.

—En un par de semanas tu vida dará un vuelco, te lo garantizo.

Thomas se quedó mirándola, por un momento pensó que el vuelco se refería a ellos, así que se ruborizó cuando se percató de que le hablaba de las reformas.

—Estoy ansioso por ver las obras concluidas —comentó después.

—¿No has ido a la fisioterapia hoy?

—Es un poco más tarde —admitió—, pero no sé si vaya. Pienso que Rob estará ocupado con el ingeniero y Mónica salió desde temprano.

—La fisioterapia es importante, Thomas. Si quieres te llevo, ya que tengo una reunión en una hora y no puedo estar mucho tiempo aquí. Rob puede recogerte al terminar.

Thomas recordó que después de la fisioterapia tenía agendada una cita con el sexólogo que trabajaba en el mismo centro de salud. No podía hacer quedar mal a Michael con eso, además de que tenía mucha curiosidad por llegar a esa consulta y conocer un poco más sobre la sexualidad en una persona con discapacidad.

Danielle notó la indecisión en sus ojos:

—Para mí no es ninguna molestia, te lo garantizo.

—Es que... —No sabía cómo decirle que le daba vergüenza que una mujer perfecta como ella tuviese que llevarlo a la fisioterapia como si se tratase de enfermo o un niño pequeño.

Dani comprendió que tal vez su propuesta lo hacía sentir débil, por lo que intentó reconfortarlo:

—Perdóname si te ofendí de alguna manera, solo quiero ayudar. Es importante que aceptes tu realidad, eso no te hace menos valioso, Thomas.

Él la miró a los ojos. Danielle era una mujer increíble.

—Eres asombrosa —se le escapó.

Danielle sonrió, un poco ruborizada y se puso de pie.

—Iré a decirle a Rob que te llevaré a la fisioterapia.

Unos minutos después, Danielle conducía su coche hacia el centro de rehabilitación con Thomas a su lado. Rob había ayudado a colocarlo en el auto, y en la parte de atrás guardó su silla de ruedas. Durante el trayecto conversaron de muchas cosas y de nada en particular; Danielle puso música clásica en la reproductora, la que ayudó a relajarlos.

—¿Sabes la dirección? —le preguntó Thomas de pronto, al recordar que no se la había dicho y que ya estaban cerca.

Ella asintió, un poco ausente por los recuerdos que aquella pregunta le traía.

Andar a tu lado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora