Capítulo 35

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11 de febrero de 2019

Thomas fue en la mañana a su fisioterapia, y cuando concluyó, se topó con el doctor Hamilton en el corredor. Le alegró verlo, pues le tenía gran estima, aunque no pudo evitar pensar en Danielle. La última vez que lo había visto había acudido con ella a la consulta, y todavía estaban juntos.

—¡Hola, Thomas! ¿Qué tal has estado? —El doctor Hamilton sin duda era un hombre afectuoso.

—Muy bien, gracias doctor. Es un gusto verlo.

—¿Y Danielle?

El rostro de Thomas se ensombreció.

—Nos hemos separado —contestó lacónico.

El doctor Hamilton colocó una mano en su hombro, apenado.

—Siento escuchar eso, Tom. Me ha fallado el turno de las once. ¿Quieres charlar un poco?

Thomas accedió. No sabía por qué, pero creía que hablar con el doctor Hamilton sería bueno para él. A los pocos minutos se vio de regreso al salón que ya conocía, con miles de inseguridades. Ya no eran las mismas, pues en el orden sexual las experiencias habían sido satisfactorias; ahora tenía miedo de continuar en la relación y de no ser suficiente en los demás aspectos de la vida en pareja.

—No me tomes por una persona indiscreta, Tom, pero sentía que debía hablar contigo. De todas las parejas que he atendido en estos años de terapia, ustedes me parecían la más prometedora. ¡Habían logrado tanto en tan poco! ¿Qué pasó? ¿Quién tomó la decisión?

—Fui yo, doctor —respondió apenado—. Hubo varios elementos que me hicieron desistir, pero cuando pude haberla recuperado, la volví a perder por mi causa.

Thomas le narró la sucesión de hechos que lo llevaron a la separación, lo cuales eran hasta cierto punto entendibles. Lo más extraño de todo fue que, cuando las cosas comenzaron a mejorar y Danielle iba a confesarle sus sentimientos, él la rechazó.

—¿Y por qué hiciste eso, muchacho?

—Pues porque sentí que no la merecía; temí no ser capaz de protegerla o ayudarla en el futuro. Pensé que ella podría encontrar a alguien mejor.

—Esa no es una decisión que te corresponda tomar a ti, Thomas —le respondió el doctor—. Voy a decirte algo, en mis años como terapeuta he visto de todo: parejas que lo logran y otras que no. Hay mujeres que no están dispuestas a estar junto a un hombre con lesión medular, pero otras que continúan a su lado porque el amor es lo más importante. Por mi experiencia, Danielle está en el grupo de las que se quedan.

—¿Usted cree?

El doctor asintió.

—Toda pareja es susceptible de fracasar, Thomas; pero en el caso de ustedes, la afección medular no es un verdadero problema. No te menosprecies ni te infravalores. Danielle ve en ti mucho más que tu discapacidad. Si no hubieses sido importante para ella, jamás habría accedido a venir a las consultas. Sé que fue difícil para ella, pero aun así jamás desistió. Lo peor que puedes hacer por ti mismo y por ella es negarte la posibilidad de intentarlo.

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