Capítulo 6

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Para Thomas todo sucedió muy rápido: Danielle pasó de la tranquilidad al terror en un abrir y cerrar de ojos, y por más que lo intentó no logró que el perro se apartara de ella. Entonces observó la escena con pavor, como si se tratase de una cámara lenta: Danielle se acercó más al borde de la piscina para rehuir a Jack, pero su cuerpo se echó demasiado hacia adelante sin darse cuenta. La vio caer al agua gritando, y eso bastó para que él se dejase caer de la balsa a la piscina.

Por un instante olvidó que no podía nadar. Cuando su torso tocó el agua, se fue hundiendo poco a poco ante la imposibilidad de mover las piernas. Agitó los brazos, pero no fue suficiente.

No supo cómo pasó, pero en una fracción de segundo sintió cómo los brazos de ella le rodeaban y lo hacían salir a flote. Él recuperó el aliento perdido, mientras Danielle continuaba sujetándolo contra su cuerpo. La piscina en aquel tramo no era demasiado honda y ella daba pie. En el agua él pesaba poco, pero la sensación de sentir su torso junto al de ella, le privó del habla por unos segundos.

El rostro de Danielle estaba a escasos centímetros del suyo, Thomas podía notar sus pupilas dilatadas y el rápido latido de su corazón, que todavía no se había serenado.

—¿Estás bien? —preguntó ella al fin.

Thomas asintió.

—Lo siento, por un momento olvidé que no podía nadar. Me preocupé al ver que caías así... Temí que te hubieses hecho daño.

—Estoy bien —le aseguró Dani, intentando esbozar una sonrisa.

Con lentitud recorrieron un tramo de la piscina hasta llegar a las escaleras de azulejos azules, donde Danielle depositó a Thomas con cuidado.

—Gracias —murmuró él.

Tenía una sensación extraña luego de haberse alejado de su cuerpo. Aquel abrazo había removido cada fibra de su ser.

Danielle se sentó a su lado en la escalera. El agua la cubría por la cintura, pero no se atrevía a salir. Jack la miraba con intenciones de querer volver a saltar sobre ella. Estaba jugando, pero para Danielle era una amenaza, incluso temía que se zambullera a la piscina, pues conocía que a los labradores les gustaba bastante el agua.

Las manos de Thomas le acariciaron el rostro, gesto que lo hizo voltearse hacia él, temblando, y no era precisamente por frío.

—Perdona —le susurró él mirándola a los ojos—, es que tu cabello...

Tom no concluyó la frase, pero ella comprendió que tenía el pelo revuelto sobre la cara. Ella misma intentó retornar los rebeldes mechones a su sitio. Iba a decirle algo, cuando apareció Rob consternado.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó al ver a Danielle en la piscina.

—Jack la asustó y cayó al agua. Por favor, Rob, ¿crees que podrías llevarte al perro? —Fue Thomas quien habló, pues Danielle apenas podía pronunciar palabra.

Rob asintió y de inmediato se llevó a Jack, quien por fortuna tenía la correa puesta. Los niños debieron haberlo sacado a pasear, pero olvidaron quitársela y cerrar la verja. ¡El resultado había sido desastroso!

Danielle suspiró, mientras miraba a los ojos a Thomas. Se había quedado perdida en aquellos ojos y por unos instantes no supo qué hacer. Lentamente se puso de pie y salió de la piscina. Él entonces la apreció mejor: estaba chorreando agua, y la fina tela del vestido de lino se transparentaba por completo, dejando ver su ropa interior y su maravillosa figura.

Danielle se ruborizó cuando se percató de que Thomas la estaba mirando de una manera bastante inquietante, y de que el vestido revelaba mucho de su cuerpo. Se dio la espalda con vergüenza, y tomó una toalla que se hallaba encima de una de las sillas para cubrirse.

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