41. Las inseguridades de una mujer segura de sí misma

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Ese mismo fin de semana, Gabrielle se debatió entre enviarle un mensaje a Travis, llamarlo directamente o no hacer ninguna de las dos cosas. Tras caminar de un lado a otro en la habitación que compartía con Darrell, tiró el teléfono sobre la cama. Detuvo sus pasos y observó el aparato, así como las arrugas provocadas por su caída en el centro de la colcha. Estaba deseosa... ansiosa por volver a ver a Travis desde que lo encontró fuera del club, pero no sabía si era buena idea a pesar de la clara invitación del muchacho. «¿Qué me impide hacerlo? Si él parece tener las mismas ganas que yo...». Con eso en mente, Gabrielle volvió a coger su móvil y lo llamó. Solo tardó unos segundos en obtener respuesta.

—¿Quién es?

—Soy Gabrielle... —Tragó saliva, como si así fuera capaz de apaciguar sus nervios.

—Oh, ¡hola! ¿Cómo estás?

—Bien, ¿y tú? Espero no pillarte ocupado...

—No, no, tranquila. Estoy bien, ¿y tú?

La mujer se mordió el labio antes de responder.

—Bien también, gracias. —Sonrió, aunque no la viera—. Me preguntaba si te gustaría que nos viéramos hoy o mañana...

Por primera vez en mucho tiempo la mujer decidida se convirtió en la adolescente tímida que permanecía escondida en lo más profundo de su ser. Aquel joven producía tal efecto en ella que, aun sin conocerlo del todo ni bien, parecía dejar toda su vida patas arriba. Conseguía que se olvidara de todo, incluso de que estaba casada y del tipo de relación que tenía con su marido.

—Claro, no me importa —respondió él—, de hecho tenía ganas de que me llamaras para poder vernos fuera del club. Hace tiempo que quiero hablar contigo.

—Ah, ¿sí? ¿Y cuándo podrías? —De nuevo, sonrió.

—¿Esta tarde te parece bien? No tendré nada que hacer.

—Estupendo. Te pasaré la dirección por mensaje, ¿de acuerdo?

—La esperaré con ansias.

Los dos se despidieron y tras colgar, Gabrielle soltó una carcajada nerviosa. «Parece que tengo veinte años menos», pensó mientras negaba con la cabeza.


···


A la hora acordada, Travis esperaba en una cafetería del centro de la ciudad. Aunque no se notó en la llamada, estaba bastante nervioso porque Gabrielle era mucho más hermosa de lo que intuyó bajo la máscara y no le importaba la edad que pudiera tener. No obstante, y sabiendo que el sexo no lo era todo, quería conocerla más para saber si era buena idea, o no, mantener algún tipo de relación con ella que no fuera la de amistad.

Gabrielle llegó unos minutos tarde a pesar de sus ansias por verle. En el fondo no quería mostrarse así ante Travis y por eso se hizo la indiferente, a pesar de haber sido ella quien llamó esa mañana. «De todas formas él no tenía mi teléfono y no podía. Si se lo hubiera dado ese día, ¿me habría llamado primero?». Se detuvo ante la puerta del local y suspiró antes de entrar. Eran varias las mesas ocupadas y tuvo que pasear su mirada por todas hasta que encontró a su cita en una de ellas, situada al lado de una de las paredes.

—Buenas tardes —dijo en cuanto llegó a la mesa.

—Buenas tardes —correspondió Travis.

Este se levantó para saludarla con dos besos y después ambos se sentaron. Durante un rato estuvieron en silencio mientras se contemplaban. Las palabras se agolparon en las gargantas y por un instante pensaron que ahí se quedarían, hasta que Travis carraspeó con la intención de romper el hielo.

La Fruta Prohibida: El club nocturnoWhere stories live. Discover now