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Mike abrió la puerta a la última persona que quería ver en la tierra. Tenía sentimientos encontrados que debía aclarar antes de ver a su mejor amigo.

Por supuesto, Ranshaw era bastante incapaz de brindarle ese necesario espacio. No por egoísta o por malvado. Era que era puro corazón y lo extrañaba, con solo unos días de no verse. Mike lo sabía y lo entendía. Pero no estaba seguro de poder lidiar bien con ello. Al menos no todavía.

—Ran...

—¡Abre paso, hombre! No quiero que nos vean ahí. La gente habla. No tiene nada más interesante que hacer.

Hasta que se movió y le dejó pasar, se dio cuenta de la esbelta forma que se ocultaba detrás del masivo cuerpo de Ranshaw.

Amatis tenía la figura de un tallo. Era largo, elegante, muy esbelto y fino. Mantenía el rostro bajo y se le notaba avergonzado. El estupor impidió que Mike dijera nada y por eso Ranshaw entró. Por fortuna estaba solo; Ertan se mudó con la chica Alfa con la que le desposaron. Y su padre aún vivía en la casa principal hasta que Biel tomara posesión. Entonces Fénix volvería a su hogar.

Ranshaw tuvo el descaro de olisquearlo y sonreír. Pero a pesar del resentimiento, en realidad no sentía ira contra su amigo, sino con toda la situación.

—¿Puedo ofrecerles una bebida?

La voz temblorosa fue de Kris. Con las manos en la espalda y la mirada en el piso, a Ranshaw nunca le pareció más bonito y deseable ese Omega. Se acercó lo suficiente como para aspirar su aroma y comprobar lo que al pasar por la puerta supo; que Mike no le había reclamado.

—Hola, ¿por qué tan serio? ¿Ya no somos amigos?

Kris, alarmado, levantó los ojos a su Alfa para pedir ayuda.

—¿Ran? No creo que sea el momento de hacer visitas. Es decir, podemos vernos después, una vez que se calme...

—¿El rencor? ¡No, mi hermano! Ese no se va a ir. Es por culpa del resentimiento que nos trataron así. De manera que vine a arreglar las cosas, si ustedes están de acuerdo. Que espero que acepten, porque yo no me veo tolerando esto en el largo plazo.

—Pasa, por favor.

—Mike cerró la puerta y les indicó el camino por el corredor—. Permítanme ofrecerles algo de beber. Tengo vino y...

—¿Por qué no has reclamado a Kris?

Mike retuvo la respiración, cerró y abrió los puños. Ese era Ranshaw, parecía que lo habían educado monos en vez de lobos; hacía lo que quería, tomaba las cosas, luego sonreía y todo mundo lo perdonaba. Pero también era el Alfa que tenía a quien amaba. Y él no podía con eso. Mike no quería a Amatis por su condición, aunque eso potenciaba todos los sentimientos hasta llevarlo a la locura. Era un chico inteligente y sensible. Además, su belleza podía deslumbrar a cualquiera.

—Ranshaw...

—Mike —. Amatis tenía una voz suave, grave y hermosa que le partía el corazón. Además de lo inapropiado que era que un Omega tomado hablara a otro Alfa sin haber pedido permiso antes. Pero entonces Amatis se aproximó y le ofreció su muñeca. Mike no entendió hasta un momento después. Quería que acercara la nariz. Lo hizo. En la piel del Omega no había marca de reclamo. Amatis le mostró el cuello libre de mordidas.

—Ranshaw —. No "mi Alfa", notó Mike—, tiene bastante que decir. Escúchalo. Si no estás de acuerdo nos marcharemos y los dejaremos en paz. Nos iremos como Dirk y su Omega, porque nos duele mucho estar cerca de ustedes y tan lejos a la vez.

Él también está sufriendo y por más de una razón.

—De acuerdo. Pasen por favor.


Lobo Perdido Libro 2Where stories live. Discover now