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Los cinco pasaron la tarde  después del almuerzo, tirados en la playa.

No fueron los únicos.

Niños pequeños con sus familias pasearon y jugaron. Pero en ese momento cercano al ocaso, la playa se quedaba  bastante vacía.

El atardecer pintaba de rojo y naranja una franja sobre el mar cada vez más oscuro y agitado.

Era una bella estampa.

Los cachorros corretearon hasta el agotamiento.
Durmieron un buen rato, se alimentaron y repitieron la misma dosis de juegos y diversión con su padre en su forma de lobo.

Miden y Sax no jugaron a nada. Aún no se reponían del todo de la noche de luna llena.

Acostados sobre la arena, descansaron y durmieron,  ¡Porque era un maldito domingo! Y los malditos domingos no se trabaja.

Sobre todo cuando no sé tiene trabajo, como en el caso de los chicos.

Por fortuna, las nubes les brindaron una buena cobertura y la jornada fue la más fresca de la temporada.

Fue un día muy agradable.

El gran lobo desapareció en dirección a la casa, seguido alegremente por los cachorros.

Un rato después, Sax despertó de su duermevela con un beso de su Alfa.

—¿Estás bien aquí? ¿No prefieres ir a dormir a la cama?

—De maravilla, tío. Te estaba esperando. ¿Donde están Jaak e Idris?

—Con su abuelo y tío abuelo. Es solo que necesitamos hablar. Mejor que estén ahí dentro.

—¿De qué quieres hablar? —preguntó Miden. Había estado tendido, con la cabeza sobre los brazos como almohada.

—Han detenido a Arnulf.

Sax levantó las cejas pero no hizo más movimiento. Miden en cambio se sentó.

—Eso fue lo que nos dijo Evan  en la reunión.

—¿Pero quién lo detuvo? ¿El sargento orejudo?

—Sí —Hadrien rió—.  "Detener" suene demasiado a policía humana. Pues bien: Alfas de las manadas Russing Valley, Waldweisheit y Maier, al parecer que se ofrecieron muchos como voluntarios. Ayer por la noche se colaron en la isla, sometieron a sus ejecutores y el Alfa mayor fue sacado de su cama, atado y transportado a tierra firme.
Dominick Zimmermann se está haciendo cargo de la isla por el momento.
Él es el Alfa de Waldweisheit.
Arnulf ahora se encuentra en los dominios de Dominick. Le harán unas cuantas preguntas.

—Me alegro —susurró Miden con la mirada iracunda—. Espero que lo muerdan en las bolas.

—¿Antipático el tío? —preguntó Sax. Miden no solía expresarse con veneno de la gente.

—Vende personas. Personas pequeñitas, niños. Eso lo pone muy abajo en mi mierdómetro.

—Amén por eso —susurró Hadrien.

—¿Y eso a nosotros qué? —preguntó Sax, tan cómodo como antes. Pero Miden observaba a Hadrien. Su falta de sonrisas era un mal augurio.

—¿Tienes que irte? —preguntó Miden a bocajarro. Sax se sentó como movido por un resorte.

—¿Irte? ¿Irte así como no estar aquí sino en otro sitio?

El tono de Sax no gustó al lobo. En lo absoluto. Era una mezcla de miedo y vulnerabilidad que Sax no solía expresar nunca.

Lobo Perdido Libro 2Where stories live. Discover now