Epílogo

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Me llamo Lara y tengo 16 años. Vivo en una pequeña ciudad muy bonita, bueno, para ser exactos vivía. Ahora estoy muerta.

Seguro que alguna vez te has preguntado lo que es estar muerta, ¿verdad? Habrás leído algún libro en el que aparecían muertos o habrás visto alguna peli. Probablemente habrás divagado alguna vez sobre ello y puede que hayas compartido tus ideas con alguien.

Yo lo hacía cuando estaba viva. Me preguntaba cómo podía ser esto posible, si iría al "paraíso" como dicen algunos. O si vería a mis antepasados. ¿Los reconocería? ¿Y ellos a mí? Tal vez nos pareceríamos. O tal vez iría a una nueva dimensión con gente como en la original pero con algunos cambios.

Bueno, pues no es exactamente como en mis pensamientos. Digamos que estoy pero no estoy. Puedo verlo todo, a veces incluso puedo meterme en los pensamientos de la gente, pero solo en los que piensan con mucha intensidad o en los que piensan mucho sobre lo mismo. A veces incluso son temas banales, temas sin importancia y aburridos. Pero otras veces no puedo evitar sumergirme en ellos y cotillear un poco más. Incluso hay veces que me imagino que mi vida es la de esa gente, que sus problemas son mis problemas y viceversa. Les ayudo de solucionarlos como si de verdad se tratasen de los míos. El martes pasado ayudé a un bebé a encontrar su chupete, que quién sabe cómo, había caído detrás de la nevera. Pobre madre.

Pero no siempre estoy en el "mundo real", digamos. Solo cuando pienso mucho en él. El resto del tiempo me entretengo en la zona del puente, esa zona tan famosa entre la vida y la muerte. Para haber muerto oficialmente tendría que haber cruzado hace mucho tiempo. Pero ya se ha hecho muy tarde.

Ya no puedo ir.

Ni volver.

Cuando el pasado sí importaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora