Capítulo 13

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El fin de semana había pasado más rápido de lo que me había imaginado. Jace y yo habíamos prometido no comenzar la investigación hasta después de estos tres días de descanso. Con lo cual, la investigación comenzaba hoy.

Estaba en clase de Naturales, junto a Mike. Escuchando como Sophie explicaba algo a voces. Mike no hablaba. Como siempre. Esa extraña manía suya que me ponía de los nervios. A través de mis auriculares, escondidos bajo mi capucha, sonaba una canción en inglés bastante movida. Busqué a Jace con mi mirada. Estaba sentado al lado de Ainhoa y estaban hablando. Se había puesto demasiado maquillaje. De qué mierdas estarían hablando. Parecía que se estaba riendo con ella. O de ella, quién sabe. Descarté rápidamente la última opción. Nadie se ríe de ella.

Nadie excepto yo.

Este fin de semana habían pasado muchas cosas. ¡Y acabábamos de conocernos! Era todo tan...extraño. Y yo que siempre pensé que cuando muriese descansaría en paz.

Jace estaba moviendo la pierna y hasta parecía que iba acompasado con la música que entraba en mis oídos. Tenía la mirada clavada en ella y estaba luciendo una media sonrisa enseñando esos dientes blancos.

Por un momento sentí celos.

Pero solo por un momento.

Porque de repente todos sus libros se cayeron y media clase se rió de ella. Jace se planteaba si ayudarla o no. Al final optó por la segunda opción y se agachó junto a ella.

Pero eso no me molesto. Porque había visto como Jace dudaba.

Y porque, por fin, todos se habían reído de ella

Lara 1- Ainhoa 0

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Estaba sola. Con la luz medio apagada. Sentada en una silla y rodeada de libros y velas aromáticas.

La trastienda era la mejor parte. De vez en cuando llegaba algún amante de la magia y le vendía algún libro o algún bote con algo extraño dentro. El resto del tiempo, todo esto es mío. Olía siempre a hierbas y tenía un toque relajante. Decidí levantarme para no adormecerme con el olor y me dirigí a una estantería. Cualquier información sobre el hermano de Jace, Harry, tendría que estar aquí. Busqué entre. Mis libros con polvo, mirando sus cubiertas en busca de algún título esclarecedor.

Nada.

Solo polvo.

Y más polvo.

Me levanté, me quité el polvo de las manos y fui a la siguiente estantería.

Pero algo me lo impidió.

Una fuerza me impedía continuar. Dí la vuelta y me aproximé a la estantería anterior. Cuando llegué, probé a darme la vuelta, pero no podía. ¿Por qué me pasaba esto? ¿Qué demonios pasaba aquí? Empezaba a asustarme. Nunca me había pasado esto.

De repente, mi mano comenzó a moverse en la estantería, buscando algo. Pero qué demonios... El movimiento no cesó hasta que mis manos se toparon con un libro. Antiguo. Forrado de cuero marrón y con un titulo grabado en dorado.

"Hansel y Grettel"

¿Para qué querré este libro? Me senté en el suelo. El libro apoyado sobre mí. Deseé no tener que abrirlo.

Y así fue.

El libro me hizo caso. Se abrió solo.

Se abrió por la mitad y dejó al descubierto un hueco. Lo que me llamó la atención no fue el hueco. Sino lo que contenía el hueco. Había un libro con las cubiertas y el lomo en oro. Me aventuré en busca del título, pero no tenía. En cambio, tenía un dibujo que ocupaba toda la portada.

Sonó un cascabel. La puerta de la tienda. Había llegado un cliente. Volví a guardar el libro dentro del otro y este a su vez en la estantería y salí de la trastienda.

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La clienta se había demorado en comprar un solo libro. Tanto que nada más salir ella lo hice yo también. Me planteé si llevarme el libro. Si no lo llevaba no se lo podría enseñar a Jace hasta la tarde siguiente. Pero si lo llevaba pasaría miedo en mi casa. Sola. A saber lo que podría pasar. Además, si lo llevaba al instituto podría perderlo. Y quería esperar todo lo posible para contarle lo sucedido a Jace y a Mike. Probablemente pensarían que estoy loca. Al final lo dejé en la tienda y me fui sin él a mi casa.

Y fue entonces cuando algo extraño pasó.

Había llegado a casa, y Scooby, como el perro malo que es, se había subido a la encimera y había cogido la pizza sobrante del día anterior. Y la había arrastrado por todo el suelo, dejándolo sucio y pringoso. Me había enfadado mucho y había empezado a despotricar sobre el pobre perro. Scooby metía el rabo entre las patas, pero yo no me inmutaba. ¿Cómo podía ser tan maleducado?

En aquel momento estaba en la cocina, gritando, cuando misteriosamente las puertas de los armarios se abrieron y los vasos comenzaron a salir volando. Empecé a gritar y Scooby salió corriendo. Me agaché en el suelo para evitar los cristales. Estaba asustada. Mucho. Seguí gritando a la vez que los vasos caían. Luego empezaron los platos. El espectáculo no acababa. Me arrinconé en una esquina y empecé a intentar respirar más lentamente. Estar asustada y gritar no servía para nada.

Mi corazón comenzó a desacelerarse y a los pocos segundos volvía a latir a un ritmo normal.

El espectáculo cesó.

¿A qué demonios venía todo aquello? ¿De verdad los platos y vasos acababan de volar por los aires? Aquello era todavía más extraño. Intenté unir los puntos.

Había comenzado cuando me había enfadado.

Cuando había perdido los estribos.

Cuando mi humor había cambiado drásticamente.

Pero eso solo me pasaba a mí, ¿por qué a los demás no? Primero en la trastienda y ahora esto. Tal vez Jace tenga algo que ver. Aunque hasta que he encontrado el libro esta tarde no me había pasado nada. Al menos nada más extraño de lo normal.

Cuando el pasado sí importaWhere stories live. Discover now