Capítulo 11

51 6 0
                                    

Solté un murmullo. Estaba tumbada boca abajo. En la cama. Con Jace. Me estaba rodeando con los brazos.

¿Pero que mierdas estaba pasando?

¿La que estaba en la cama con Jace el buenorro era yo?

¿Y qué hacía yo ahí?

Espero que nada malo...

Levanto la cabeza y descubro que estoy en mi habitación. Vale, esto mejora. Ante mi movimiento, Jace gruñe.

-¿Te has despertado, bella durmiente?

¡Qué manía con la bella durmiente! Pero si no soy tan dormilona. Solo suelo tener sueño en los peores momentos. Jace cambia de postura y se gira, poniendo su cara frente a la mía. Sus ojos frente a los míos. A esta distancia puedo distinguir su anillo gris.

-Tienes unos ojos de lo más particulares -me dice.

-¿Y tú no?

-Los tuyos son distintos. Son marrones, pero verdosos. Tienes un anillo verde alrededor de la pupila y otro azulado por fuera. Y manchas. Manchas naranjas y verdes. -hace una pausa contemplándolos- Son muy extraños.

Pongo una sonrisa traviesa y el me la corresponde con otra mucho más irresistible.

Ahora recuerdo que hago aquí. Ayer le invité a quedarse conmigo este fin de semana. Cuando llegamos de la playa estábamos muy cansados, y después de darle la cena a Scooby, fuimos directamente a la cama.

No se preocupen. Aquí no ha pasado nada más.

Cuando bajamos a la cocina nos recibe Scooby. Meneando la cola. Le lleno el cuenco de comida y le acaricio la barriga. El pobre se pasó todo el día de ayer solo. Me escuso para ir al baño, y cuando vuelvo, encuentro a Scooby prácticamente encima de Jace. Rogándole cariño. Y como no, Jace le hace caso. Parece que congenian bien. Cuando entro en la cocina, la atención se centra en mí. Tanto por parte de Scooby (al cual acaricio) como por parte de Jace (el cual me rodea con sus brazos mientras que hago un café)

Me siento en la barra de la cocina y le pregunto:

-¿Y qué vamos a hacer hoy?

-Divertirnos

..........................

¿Qué me podía poner?

Eran ya las 7:00 de la tarde cuando Jace me había dicho que íbamos a ir a una fiesta. A la fiesta de John, el guay del instituto. A la típica fiesta que siempre acaba mal.

-Ponte guapa

Eso es lo único que me había dicho antes de haberse ido a pasear a Scooby.

Podría haber sido más explícito. No penséis que en mi anterior vida era la típica que se quedaba en casa empollando. Salía mucho con mis amigas. Tal vez demasiado.

Era feliz. Era la reina del baile y la novia del tío más bueno del instituto. Escondía siempre mis vaqueros rotos, mis playeros listos para tirar y mis camisetas negras de grupos de Rock. En su lugar, lo sustituía por pantalones ajustados, camisetas de tonos pastel, faldas cortas, vestidos de niña buena y sandalias de colores. Pero eso no me gustaba. Claro que, si hubiese aparecido un día con unos pantalones cagados, ya nadie hubiese pensado igual de mí.

Decido ponerme mi ropa de "Reina del instituto". Saco un vestido azul oscuro, con florecitas de colores apagados y la falda con algo de vuelo. Pero muy poco. Me pongo debajo unos pantalones cortos negros ajustados. Como los de las que juegan a Volleyball. Pequeño truco. Encima me pongo una cazadora vaquera y unas sandalias blancas. Me hago un par de trenzas en el pelo, y las coloco de forma que parecen una corona.

Cuando pica Jace, bajo. Lleva puestos unos pantalones vaqueros, no tan anchos como lo habitual, una camiseta blanca y encima una de leñador.

-Estás guapísima -me dice.

Pone una sonrisa traviesa. Yo, me preparo para mi primera cita oficial de mi muerte.

................................

La casa de John está bastante lejos de mi casa. Cuando llegamos quedo impactada por lo grande que es. ¿Cómo lo habrá conseguido? Sin falta de entrar, ya oímos la música. En la puerta hay desconocidos bebiendo de un vaso de plástico y hablando. Entramos y la música se hace más ensordecedora. Me abro paso entre la gente, empujando y colándome por los huecos que veo hasta llegar al corazón de la habitación. Miro a mi alrededor buscando a Jace, pero no lo encuentro. Mierda. Alguien me toca la espalda, y cuando me giro ahí está. Con su sonrisa torcida. Me coge de la mano y tira de mi hacia delante hasta llegar a una amplia cocina.

Un chico rubio y con los ojos marrones nos ofrece una cerveza. La cojo y le quito el tapón. Jace me mira con el ceño fruncido. Yo frunzo los labios.

-¿Qué pasa? ¿No puedo beber cerveza?

Suelta una carcajada y yo, por mi parte, me llevo la cerveza a la boca. Está fría. Volvemos al centro de la sala, donde Jace me suplica bailar. Yo hago como que no le hago caso, pero empiezo a moverme un poco.

Lo siguiente que recuerdo fue su sonrisa porque rápidamente mi ingesta de cerveza fue creciendo. Hasta tal punto, que lo veía todo borroso. Demonios, ya me he pasado. ¡Y en nuestra primera cita!

-Voy al baño -dije arrastrando las palabras

-¿Estás bien?

Me cogió del brazo, pero yo me solté y asentí con la cabeza. Subí las escaleras para ir al baño del piso de arriba. Pero cuando lo encontré, di la vuelta. Acababa de ver algo "inapropiado". Así que vagué buscando otro baño, topándome siempre con los dormitorios, que no estaban precisamente vacíos. Cuando pensé que lo había encontrado, alguien me cogió del brazo y me tiró hacia afuera. Giré la cabeza para contemplar la cara de una chica pelirroja con los ojos verdes y la piel aceitunada. Era guapísima.

-Ven. Ahora vas a jugar con nosotros a la botella -me gritó.

Podía oler su aliento a metros de distancia. Estaba muy borracha.

Me senté obligada en el suelo junto a los demás y la chica me preguntó:

-¿Cómo te llamas?

-Lara. Escucha, debería irme...

-Nooo. Será solo un momento -me acalló

Así que me quedé ahí sentada. Sabía lo que eso significaría. La botella giraría y apuntaría a alguien, al cuál yo tendría que besar. Aunque fuese de mi mismo sexo. La botella comenzó a girar y la sala se llenó de vítores, superponiéndose a la música de abajo. "Lara, Lara, Lara..."

Y la botella paró.

Alcé la cabeza para contemplar a quién tendría que besar. Lo primero que vi fueron sus ojos. Azules, con un anillo gris. Su pelo era negro y se le rizaba en la parte de la nuca y en los lóbulos de las orejas. Sus labios eran carnosos, rosas y lucían una sonrisa torcida.

Era Jace.

¿Cómo había llegado él hasta ahí tan rápido? Supuse que no sería tan malo besarle. Ya lo había hecho. Pero lo que me desconcertaba no era eso. Era que llevaba ropa distinta.

Este Jace iba de negro.

Entero.

¿Qué había hecho con su ropa? ¿Y de dónde había sacado esa?

El chico se comenzó a acercar a mí, con esa sonrisa. Estábamos a escasos centímetros y comencé a fruncir los labios.

Era Jace, Lara. Tranquilízate.

Pero cuando nuestros labios ya se estaban tocando, alguien me cogió y me levantó del suelo.

Capítulo 11. ¿Quién será ese Jace sospechoso? ¿Quién habrá evitado su beso?

Cuando el pasado sí importaWhere stories live. Discover now