Capítulo 17

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El día continuó y yo pensaba que cuando saliese de clase me caería por las esquinas. ¡Como odiaba el instituto! Lo que daría por haber cruzado el puente. Pero lo peor fue la clase de educación física. A nuestro profesor le gustaba verme sufrir y me había mandado correr vueltas al campo. Durante toda la hora. Sin parar. ¡Por poco le pego! Cuando estaba viva se me daba bien correr, aguantaba mucho. Iba todos los días por la mañana a correr. Pero eso no quitaba que si alguien me obligaba, me gustase. Para empezar, odiaba que me mandoneasen. El muy .... Perdón, cuando era pequeña me enseñaron a no decir palabras feas. ¡Pero que estoy diciendo! ¡Si ahora nadie me puede reñir! Bueno, a lo que iba. Jace, el cual parece ser el favorito del profe, le dijo que se encontraba mal, lo cual obviamente es mentira, ¡y no tenía que hacer educación física!

A veces hecho de menos ser la guay del instituto.

Jace, por su parte, se había sentado en el suelo y no paraba de mirarme mientras corría. Lo cual no hacía más que ponerme nerviosa. Además no paraba de gritarme lo que, supongo, que era para animar.

-¡Mueve el culo!

-¡Joder Lara, no seas vaga!

-¡Si no corres vas a engordar!

-¡Gorda! ¡Que te pesa el culo!

Estaba por parar y darle un bofetón. Sí, genial. Así me habría librado de la tensión. Pero también del novio.

Al fin la clase terminó y yo me fui a cambiar al vestuario. Me duché rápidamente y me puse la ropa que llevaba antes. Cuando salí del vestuario estaba Jace esperándome. Apoyado en la pared. Tenía un pie apoyado contra esta y la cabeza gacha. El pelo negro le caía sobre los ojos, haciendo el efecto de una cascada oscura. Giró la cabeza y me miró con esos ojos. Con una mirada me lo había dicho todo.

-No pienso besarte -le respondí.

-¿Por qué? Pensé que eso hacían los novios.

-No cuando el participante del sexo masculino empieza a llamar gorda a la participante del sexo femenino.

-¡Te estaba animando!

Pasé por su lado y caminé hacia la taquilla. Puse la combinación y la taquilla se abrió.

-¿Vendrás a casa?

Le miré y juro que deseé que mi mirada también expresase lo que estaba pensando.

-Me lo tendré que pensar.

El universo me hizo caso. Había interpretado buen la frase porque, acto seguido, me sonrió.

-Genial.

...................

Al final no lo pude resistir y fui a su casa. Tenía que empezar con la investigación de una vez por todas, y si estaba con él en el proceso, mejor que mejor. Nada más abrir la puerta me dio un beso en la frente, me dio la mano y me condujo hacia la cocina. Cuando entramos ya tenía dos cafés preparados. Me senté encima de la encimera y Jace en una silla delante de mí. Sostenía la taza entre mis manos. Estaba caliente y me quitaba el frío que sentía por dentro. Jace sacó el Libro Dorado y lo posó en la mesa. Acercó sus manos a mí y me rodeó la cadera con los brazos. Cogió mi mano y acercó mi muñeca a sus labios.

-Te quiero -susurró con los labios pegados a mi muñeca.

Me soltó la mano y pasó las suyas por mis piernas, haciendo círculos con sus dedos.

-Jace

Me acerqué un poco más a él, reduciendo al distancia entre nosotros. Instintivamente, pase mi manos por sus labios, trazando su silueta. Jace sonreía. Subí más y pasé por sus mejillas hasta llegar a sus ojos. Sus profundos ojos. Ya me había perdido. Posé mi mirada en sus ojos y pasé mis dedos por una pequeña cicatriz encima de su ceja. ¿Qué le habría pasado? Ahora mismo no me importaba.

Me bajé de la mesa y me senté en su regazo. Jace me rodeaba con sus brazos protectores mientras que yo pasaba las manos por su pelo. De repente, sus labios se posaron en los míos y, automáticamente, Jace acarició mi lengua con la suya. Enredé más las manos en su pelo. Pero en aquel momento no estaba pensando en Jace. Inconscientemente mi mente me llevaba a una cara similar. A Harry. Me separé de sus labios y me enderecé.

-¿Qué pasa? -tenía el ceño fruncido.

-Nada, es solo que... -¿cómo le podía explicar lo que acababa de pasar?- tenemos muchos deberes y... No quiero perder el tiempo.

Muy bien Lara. Acabas de arreglarlo todo. Acabas de decir que con él pierdes el tiempo.

-Joder, Lara. Lo siento si te he hecho algo malo y yo...

-No. No, no, no, no. No. -le corté- me he explicado mal. Es que...

-Déjalo. No pasa nada, lo entiendo.

-¿A sí?

-En realidad no. Prefiero no saberlo.

Solté una carcajada y me arrebujé más entre sus brazos.

Cuando el pasado sí importaWhere stories live. Discover now