I really need you tonight. [Frerard]

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Frank dudó entre tararear la música que sonaba en el vehículo, o simplemente no hacerlo. The Hoobastank estaba a un volumen intermedio, acompañando el viaje sin opacar las voces de cada uno de ellos, que de vez en cuando entrecruzaban palabras.

Sonaba una bonita canción, al igual que la vista agradable que se presentaba a través de la ventanilla. Gerard lo estaba llevando a algún lugar que decidió sería un secreto, por lo tanto el castaño sentía bastante intriga.

Pensó en sus propios sentimientos, sus emociones al estar allí sentado, a un lado del pelinegro. No es que realmente se sintiera molesto, el enojo que al principio no podía controlar, ni evitar, se habia apaciguado a cada día, con cada frase que Gerard le dedicaba y cada pequeño gesto en el que mostraba su interés.

-Si quieres puedes cambiar la canción-comentó el contrario, señalando brevemente su celular, que estaba conectado con los parlantes del automóvil.

-Me gusta esa canción-respondió simplemente, y el silencio los envolvió de nuevo, aunque no se sentía como uno, debido a la música. Se sentía cómodo.

Gerard continuó conduciendo por extensos minutos más, tomándose el tiempo de vez en cuando para observar al castaño y asegurarse de que estuviera bien. Ver sus expresiones y quizás descifrar por al menos un momento cuáles eran sus pensamientos. Pero por supuesto no podía, y debía conformarse con tan solo admirarlo.

No podía esperar a llegar hasta el lugar que había pensado para ellos. Gerard se esforzó en encontrar algo perfecto para Frank, quería llevarlo a dar un paseo a la orilla de un lago que recientemente habían iluminado, y se veía muy bien. Luego llevarlo a cenar a un restaurante con decenas de opciones veganas (había estado investigando bastante al respecto) y luego llevarlo donde él quisiera, dándole la total libertad de escoger cualquier lugar que deseara, incluso al más lejano lo llevaría alegre y sin chistar.

Podría considerarlo como una tarea difícil despejar todo ese tiempo, porque en ese momento debería estar viajando por trabajo, pero decidió dejarlo a un lado, y así poder demostrarle al contrario que lo más valioso para ocupar su tiempo era él.

Cuando llegaron, Gerard apagó el motor del auto y bajó, dando la vuelta inmediatamente y abriendo la puerta del copiloto, dejándole el paso al castaño.

Con pasos cortos y tardíos merodearon por los alrededores del bonito lugar. Las luces iluminaban todo a su alrededor, en especial el muelle con la pérgola de madera blanca en su final. No dudaron ni un segundo en dirigirse hasta allí, con la brisa tenue sacudiendo suavemente los mechones de cabello.

Cuando finalmente llegaron a sentir la madera bajo sus pies, Frank titubeó, porque los tablones crujieron un poco, pero el contrario sonrió y se adelantó unos pasos, demostrando que eso era completamente común, y no sucedería nada malo.

Gerard dejó caer su mirada hacia el agua, apoyando sus brazos sobre el barandal de uno de los extremos, estaba a un segundo de comentar algo sobre la bonita vista, pero al girarse vió a Frank con sus brazos cruzados sobre su pecho,

Inmediatamente, el pelinegro bajó el cierre de su abrigo y lo deslizó por sus hombros, llamando un poco la atención del contrario, que no se arriesgó a decir nada por el momento, pero cuando sintió la cálida tela sobre sus hombros, un escalofrío recorrió su espalda y no pudo evitar alejarse un poco.

-No es necesario-volteó hacia otro lugar, sin poder ver desde ese ángulo la expresión del pelinegro-, sé que parece que estoy muriendo de frío, pero no es así, realmente no quiero que tú te enfermes por mi culpa así que...

Antes de poder continuar, Gerard apoyó nuevamente su abrigo en los hombros del castaño, envolviendo su cuerpo suavemente y aprovechando la cercanía para sentir el aroma delicado de su cabello. La madera aún rechinaba un poco con sus pasos, y la leve brisa aumentaba a cada segundo, pero el breve momento en que sus cuerpos se acariciaron al menos sobre sus ropas, no sintieron absolutamente nada que pudiera molestarlos.