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—Mamá, me siento muy mal del estómago, quiero estar solo—su madre tomó su temperatura colocándole una de sus manos en la frente, pero no tenía absolutamente nada—. No me siento bien, ¿pueden tal vez... Irse?

Sonrió un poco apenado, Donna le ofrecía galletas y su padre observaba todo a su alrededor, mientras él aún continuaba en bata y un poco atontado, rogando que no se oyera la conversación hasta su habitación.

—No seas mal educado, cariño, yo puedo cuidarte—Gerard golpeaba constantemente su pie contra el suelo, con una mano en su estómago fingiendo que se sentía pésimo—, hace semanas que no te veo y me recibes muy mal.

—Lo siento mamá, pero estoy muy ocupado—la manera en la que estaba vestido decía lo contrario, y cuando intentó continuar con las excusas su padre interrumpió.

—¿Volvió Dallón?

—¡No!, ¿quieres jugo?

—¿Y de quién es esa chaqueta?—tomó una abrigo que descansaba en el apoyabrazos del sofá.

La mente de Gerard se puso en blanco, no podía decir que era suya porque su padre lo conocía y ni siquiera se le pasaría por la cabeza ponerle un parche de alguna banda. Abrió su boca pero nada salió de ella, y desvió su mirada por un segundo.

—Es de Lindsey, ella la olvidó—Donald musitó un "ah", pero continuó preguntando sobre el tema.

—¿Y cuándo va a volver él?, ya casi estamos en fin de año, tiene que estar contigo—el pelirrojo asintió desinteresadamente, esperando que cambiaran el tema, y rogando para que Frank no estuviera prestando atención.

—Pensé que estarías desanimado, pero te veo bastante bien, a pesar de tu dolor de estómago—la mujer comentó, sin imaginarse realmente que Gerard no tenía porqué estar desanimado—, me alegro por eso.

—Gracias—sonrió pequeño, tomando una de las galletas, ignorando su actuación de dolor.

—¿Has estado ordenando tu cuarto como te lo dije?—Donna se puso de pie, y el pelirrojo abrió sus ojos enormemente haciendo lo mismo e intentando detenerla—, cuando Dallon llegue tienes que tener la casa perfecta, él es tan bueno contigo...

Gerard casi podía escuchar la música de suspenso en su mente, halando un poco del brazo de su madre y escuchando cómo halagaba a Dallon. Sabía que lo querían mucho, pero ese no era el momento correcto.

—Mamá—la mayor tomó la perilla de la puerta y entró de lleno a su habitación, el pelirrojo sabía que de alguna otra forma ella iba a entrar, así que no se resistió demasiado.

Hubo un extenso silencio en el lugar, Gerard se rascaba el rostro con nerviosismo mirando hacia otro lado, su madre no se movía de su lugar, y Frank estaba sentado en la cama, con su cuerpo en dirección a su madre, mirándola él también, con una sonrisa incómoda.

—¿Hola?

Donna cerró la puerta en menos de un segundo, y dejó a Frank un poco desorientado, se había vestido por completo y hasta había tendido la cama mientras ellos hablaban así que no encontraba una razón para la expresión de terror que puso la mujer.

—¿Qué signfica esto Gerard?—el mencionado puso sus ojos en blanco. Tocaba su nariz insistentemente, demostrando su nerviosismo. Su madre lo conocía muy bien y solo con verlo a los ojos sabía que las cosas no estaban bien.

—Es un amigo—susurró, tomando suavemente a su madre por uno de sus hombros, invitandola a volver a la sala—, no te preocupes.

—¿Cariño?—Donald se acercó al lugar donde se encontraban, justo fuera de la habitación, había escuchado la conversación—, ¿qué pasa? ¿qué hay?

Tenía una expresión de confusión y observaba con curiosidad el rostro de su esposa y su hijo, volteó hacia la puerta, tomó la perilla y la abrió, descubriendo la gran incógnita que había.

—¿Frank?

—Señor Way.

El mencionado cerró la puerta nuevamente, y entendió porqué el silencio incómodo entre su hijo y su esposa.

—No me dijiste nada sobre eso—mencionó el mayor, alejandose y siendo seguido por los otros dos—, supongo que a Dallon tampoco, ¿no?

***

Gerard abrió la bolsa de papel y sacó un pequeño pan para después morderlo con tranquilidad. Frank iba a su lado, prestando completa atención a la carretera. El mayor llevaba unos lentes para el sol de montura roja, con un conjunto de ropa simple para no verse demasiado exagerado (a su parecer).

—Tengo que ir al baño, ¿puedes detenerte en la próxima estación de servicio?—el castaño enarcó sus cejas, se habían detenido en las últimas tres estaciones de servicio porque el pelirrojo realmente insistía en que debía ir, y tal vez eso estaba relacionado a las dos botellas de agua que ya se había tomado y los nervios que sentía.

—Por supuesto, Gee.

Como lo dijo, se detuvo, y a un lado del automóvil Frank observaba cómo al mayor lo miraban un poco confundidos, quizá por el gran abrigo o el pañuelo colorido atado a su cuello, pero decidió no darle atención.

Apenas el pelirrojo regresó, traía un vaso humeante, al parecer café. Se subieron nuevamente al vehículo y dejó su vaso en la cabidad junto a su asiento.

—¿Me das un poco?

—Claro—Gerard se quitó sus anteojos y observó al castaño beber un trago, inmediatamente sacando su cabeza por la ventanilla y escupiendo absolutamente todo lo que había bebido.

—¿Eso tenía leche?

—¡Oh por dios lo siento!—comenzó a mover sus manos sin control, tratando de averiguar qué debía hacer, pero realmente no podía hacer demasiado—, aún no me acostumbro, lo lamento tanto—mordió su labio inferior y sin querer puso su mejor expresión de pena, logrando que al contrario no le importara mucho.

—Está bien, no te preocupes—sacudió su cabeza levemente y le ofreció una sonrisa—, sé que no lo hiciste a propósito.

—Claro que no lo hice a propósito.

—Tú no harías algo así con mala intención, siempre piensas en mí, puedo comprender que sea difícil para ti acostumbrarte a esto.

—Así es, Frankie.

—Nunca me harías daño.

Gerard asintió, por un momento sintió que estaban hablando de otra situación, pero desvió su mirada y recordó que estaban a minutos de la casa donde se encontraba la familia de Frank.

I really need you tonight. [Frerard]Where stories live. Discover now