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—¡Eres de lo peor!—Gerard mordió su lengua hasta sentir dolor—, ¿¡cómo pudiste burlarte de mí!?

—Frank, vamos a hablar en otro lugar—tomó suavemente uno de los brazos del castaño, pero él se sacudió de manera rápida, quitando sus manos—, por favor.

—¡Jamás voy a hablar de nuevo contigo! ¡ve con tu novio, si es que todavía soporta a un idiota!—los periodistas estaban alrededor de ellos, observando y quizá pensando en el buen material que estaban generando justo enfrente de ellos—, ni siquiera pudiste tener piedad de ese sujeto con el que sales hace tiempo—enredó un poco sus palabras al no saber realmente cuánto tiempo Gerard llevaba con su pareja—, ¡eres patético y cruel! ¡y un inútil!

Dijo lo último arrojandole las llaves del vehículo a su rostro, refiriéndose a que ni siquiera podía conducir, luego soltó un bufido enfandado, sin saber qué más decir, había planeado insultarlo de todas las maneras posibles, pero no tenía la suficiente energía para hacerlo, simplemente quería que comprendiera cómo se sentía sin la necesidad de gritar.

—Frank...—el pelirrojo golpeó velozmente un micrófono para alejarlo, inquieto de estar tan expuesto frente a todo el mundo—, tengo que decirte muchas cosas, quiero estar contigo, estuve muy equivocado al hacerte sufrir.

—Cállate, disfrutaste cada momento viendome la cara de estúpido, ¿acaso te causaba gracia ilusionar a un idiota que nunca te va a tener a su alcance? ¿te crees tan especial, Gerard?—el mencionado negó, intentando hablar pero el contrario lo interrumpía sin dejarlo mencionar palabra—, pues no lo eres.

Justo al terminar de mencionar esa última frase giro sobre sus talones y se alejó unos paso, oyendo cómo los periodistas le preguntaban cosas al pelirrojo, pero quiso hacer una última cosa.

—Muévete—empujó a una jovencita a un lado, alzando su mano y dándole una bofetada a Gerard que hizo a las personas decir "uh", aunque no se sintió mejor, solo quería desquitarse por todo el dolor que le esperaba en la soledad de su cuarto.

Esa vez, se alejó definitivamente, caminando por la acera, puso sus manos dentro de sus bolsillos y no prestó atención hacia donde se dirigía, pero inconscientemente acabó cerca de su hogar y terminó su caminata al girar las llaves en la puerta de su departamento.

Había un silencio sepulcral en todo el lugar, todas las ventanas estaban completamente cerradas, y así las dejó. En el camino pudo observar las luces adornando las casas de su vecindario, pero ya no le interesaba navidad, su corazón estaba roto y no podía arreglarlo.

Hizo un pequeño movimiento para ir hasta su cocina, pero se arrepintió y solo se lanzó al sillón de la sala, dejando colgar una de sus manos hasta el suelo y comenzando a llorar.

  ***

"¿Qué tiene para decir señor Way? ¿hace cuánto tiempo lleva a cabo esta situación? ¿Dallon Wekees estaba enterado de su romance? ¿va a continuar con su relación anterior?"

Hacían preguntas y preguntas, y Gerard solo estaba lloriqueando sin saber qué decir. Abría su boca con la intención de responder, pero no podía, así que cuando uno de los guardias del edificio se acercó para asegurarse de que estaba bien y dirigirlo nuevamente dentro, lo agradeció, al menos por un segundo se sintió tranquilo.

Pensaba en qué demonios le dirían sus padres, o cómo reaccionaría sus compañeros de trabajo, si es que continuaba allí después de todo ese escándalo.

—¡Gerard!

El nombrado alzó su rostro, al igual que la mayoría de las personas en el lugar y observó unos pisos más arriba, en el balcón, a Dallon apoyando sus manos en el barandal, con su rostro mirando hacia abajo y su cabello de igual modo cayendo a los lados de su cara.

—¡No te esfuerzes ni siquiera en subir!—sonrió un poco y desapareció, cuando el pelirrojo intentó continuar caminando hacia dentro del edificio, Dallon, en una muestra total de su intención por hacerlo perder toda la dignidad que aún podía tener, hizo lo que solo había visto en las películas de drama.

Comenzó a aventar todas sus cosas por el balcón. Toda su ropa completamente exclusiva y de un valor muy elevado cayeron con todo su peso sobre el suelo, algunas sobre las personas allí de pie. Las carteras e incluso sus zapatos, hasta que se detuvo, y cuando pensó que ya era suficiente humillación por el resto de su vida y tal vez las siguientes.

—¡Toma tu dinero y no vuelvas!—lanzó un monto de billetes que se dispersó por el aire y cayó como plumas. Todos los periodistas observaban con risas y sorpresa, algunos de sus vecinos también estaban en los balcones admirando tal escándalo.

Gerard no tomó absolutamente nada de lo que estaba en el suelo, se encontraba muy perplejo por todo lo que acababa de ocurrir y le pesada doblemente porque era única y puramente su culpa, él había ocultado, él no había sabido controlarse y él no supo decir "no" cuando debía hacerlo, asi que cerró sus ojos y se dijo a si mismo que se lo merecía completamente.

Al abrirlos, un poco desorientado salió caminando hacia la calle, con las llaves de su auto entre las manos, sabía que era desastrozo para conducir y ni siquiera estaba muy seguro de cómo hacerlo, solo recordaba las veces en que vió conducir a Dallon y se subió al vehículo.

Giró la llave y lo encendió, no le importó demasiado las cámaras a un lado, y aceleró descuidadamente, casi atropellando a un auto estacionado, y así giró en la primera avenida, no estaba seguro de adónde ir.

O si llegaría.

I really need you tonight. [Frerard]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora