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—Frank, ¿qué vas a hacer?—Linda se puso de pie después que su hijo lo hiciera, se lo notaba bastante sorprendido y molesto—, Frankie, piensa las cosas con tranquilidad.

Toda la paz que habían logrado en el hogar se había ido de un momento a otro, la mujer intentaba calmar al castaño pero él no podía lograr aquello, estaba muy angustiado y decepcionado.

—Voy a ir a verlo, y va a tener que explicar todas las mentiras—su voz tenía un vaivén de altos y bajos que no podia controlar demasiado, porque tenía ganas de llorar—, ¡me engañó todo el tiempo!, estuvo contigo, mi familia, ¿esa era la emergencia de trabajo que tenía?, seguramente se fue para ver a su novio.

—Frankie, esta noche es Navidad, ¿no puedes esperar un poco más?, intenta pasar al menos este día...—el mencionado no continuó escuchando, y se dirigió a su habitación, con el sonido seco de sus pasos contra el suelo—, ¡Frank!

Tomó el pequeño bolso con el que había llegado, y metió descuidadamente sus cosas, al inclinarse para ver debajo de la cama, asegurándose de no olvidar nada, los preciosos tenis blancos de Gerard estaban ahí, los había olvidado, y el castaño los agarró solo para aventarlos hacia el otro lado de la habitación con una expresión de molestia.

Estaba furioso, pero sabía que esa ira no duraría demasiado, y pronto se transformaría en tristeza, pero al menos debía soportar un par de horas para mandar al diablo al pelirrojo, y al menos recuperar un poco el orgullo que perdió, era un poco difícil, ya que su dignidad se estaba vendiendo en cualquier tienda de revistas en ese preciso momento.

—¿Vas a viajar en su auto?, estas muy alterado y eso puede ser peligroso, cariño, quédate aquí—Linda le pedía una y otra vez que renuncie a su idea, con Cheech detrás de ella atento a todo lo que ocurría, pero sin entrometerse demasiado.

—No quiero su estúpido auto en la casa de mis padres—lanzó bruscamente el bolso al asiento trasero del vehículo, llevandose un sobresalto por parte de su madre. Al chequear que todo estaba listo, torpemente abrazó a Linda y se quedó unos segundos mirando a su padre, un poco pensativo—. Dame eso.

Tomó la herramienta de trabajo que llevaba Cheech en una de sus manos y la arrastró alrededor del auto, rayando la pintura con un sonido insoportablemente agudo.

—Oye yo también le rayé el auto a tu padre en una de nuestras primeras peleas—recordó Linda, mientras su esposo la miraba sorprendido.

—¿¡Fuiste tú!?—indagó Cheech, con un poco de gracia en su voz, pero Frank ni siquiera les estaba prestando atención y solo dejó la herramienta a un lado y terminó de despedirse con un movimiento de mano, subiendo al vehículo.

—¡No puedo creer que hayas sido tú!

—¡Te lo merecías!

Sus padres continuaban en la conversación, mientras él se alejaba de la casa, al menos pudo distraerse por un momento.

***

El sonido estridente de un teléfono celular se oyó por toda la habilitación, Gerard y Dallon se encontraban dormidos en la cama matrimonial, la noche ya había caído, faltando tan solo una horas para las doce.

El pelirrojo sintió un escalofrío y cubrió con las mantas su cuerpo desnudo, olvidando completamente el sonido que por un momento se detuvo, abrió los ojos y admiró la escena, era decadente, qué tan poco control sobre su vida podía llegar a tener.

El celular volvió a sonar, interrumpiendo la cataratas de pensamientos enmarañados en su mente. Estiró su brazo un tanto adormilado, observando la pantalla del móvil.

"Frank 💖"

No es que no quisiese responder, pero en ese momento quiso arrojar ese artefacto a los confines del infierno, girar su cuerpo y ver el rostro adorable de Frank descansando sobre su almohada, pero nada era de esa manera.

—¿Hola?—tartamudeó un poco al principio, sonando inseguro—, ¿Frank? ¿cómo estás?

Confío en la nula posibilidad de que tal vez no se hubiera enterado, y lo llamara para hablar con él tranquilamente.

Estoy afuera de tu edificio—y cortó, Gerard inclinó sus cejas, pasando sus manos por su rostro, inquieto. Se incorporó, notando que Dallon tenía sus ojos abiertos, observandolo.

—Voy a salir—mencionó con un poco de miedo, y notó la mirada molesta del contrario. Quizá sin creer que estaba diciendo esas palabras después de lo que habían hecho.

—Si te vas con él, no puedes volver aquí—su voz ronca por recién despertar, giró su cuerpo y le dió la espalda, tomando su propio celular. Dallon tenía la esperanza de que con esa amenaza él se quedaría allí, y volverían a dormir, por esa razón cuando Gerard se vistió y salió de la habitación, sintió su corazón encogerse en su pecho.

Y sólo permaneció allí un momento, asimilando que había sido reemplazado.

El pelirrojo abrió la puerta de entrada y salió hacia el pasillo, encaminadose al ascensor, llevaba unos pantalones de jean con una camiseta para dormir, y sus tenis con un nudo maltrecho.

Al apretar el botón del ascensor un nudo se formó en su estómago, y tragó saliva viendo su reflejo en las paredes revestidas de espejos. Al llegar al vestíbulo, observó una cantidad de personas anormal en la parte delantera del edificio, y cuando se encaminó a la puerta todas ellas se giraron para hablarle.

Eran periodistas, Gerard mordió su labio inferior, ¿por qué nadie le avisó sobre aquello?, en pocos segundos los flash de las cámaras lo cegaron, y se avergonzó un poco, sabía que en todos los canales sobre moda y rumores baratos estarían las imágenes de él tan desprolijo.

Empujó la puerta de vidrio y vió que no eran demasiadas personas como pensó al principio, pero aún había una cantidad.

—Va a ser Navidad, ¿a ustedes no les dan vacaciones?—indagó intrigado, tratando de sacarlos de su camino sin ser tan grosero, pero de todas maneras no respondió a las preguntas.

Esquivó los cables de las cámaras y divisó su propio auto estacionado en la acera de enfrente, y a Frank bajando apresurado del vehículo, esperó allí de pie, sin tener idea de que demonios hacer, el castaño se veía tan molesto, completamente diferente a la dulzura y calma que lo caracterizaba. En esos segundos hasta llegó a extrañar su cabello recogido por una hebilla delicadamente, porque ese momento su cabello estaba desparramado sobre su frente y los lados de su rostro, acompañando las mejillas rojizas.

Frank se paró frente al mayor y lo señaló con un movimiento violento, lleno de ira. Una mujer acercó un micrófono a un lado de ellos y las cámaras los rodearon.

—¡Escúchame idiota, porque no voy a repetirlo!

* * *

Damas, caballeros y otros, espero que les haya gustado! Me gustó escribir este capítulo, ojalá que a ustedes les guste leerlo, lxs quiero mucho 😚

I really need you tonight. [Frerard]Kde žijí příběhy. Začni objevovat